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El nuevo «jardín de los bichos» del Turia ya muestra su singular aspecto

La parcela, utilizada hasta ahora como espacio silvestre, ha mutado en una zona ajardinada con elementos pensados para favorecer el crecimiento de insectos

Aspecto del jardín desde el Puente de Serranos

Aspecto del jardín desde el Puente de Serranos / Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

València

Los viandantes que transitan por el Jardín del Turia, a la altura de las Torres de Serranos, tanto por arriba como por abajo, pueden constatar que el paisaje ha cambiado sustancialmente. Antaño, esa zona era un descampado. Ahora ya ha tomado la forma de jardín. Será uno diferente a los demás, pero completará el paisaje urbano desde el Parque de Cabecera, puesto que, con su reforma, del primer al último metro, hasta las vías del tren de Serrería, estará completo. Hasta ahora era una parcela abandonada. Conscientemente, pero abandonada. Ahora ha mutado con su reforma paisajística. Se trata del «hotel de bichos» en una nueva configuración.

Las vistas desde Maps siguen mostrando un rectángulo casi perfecto, con una inmensa mata verde. Rectángulo porque, en su momento, era un campo de fútbol. El último de tierra que quedaba en el lecho del río. Allí eran habituales los partidos de fútbol entre la comunidad suramericana los domingos por la tarde. Habían convertido la zona en su particular espacio para aprovechar el día libre.

Cercado de madera

Posteriormente, el gobierno progresista acabó por clausurarlo como actividad deportiva y establecer en el mismo un «parque de renaturalización». Un recinto vallado, en el que la vegetación empezó a crecer libremente. Teóricamente, para que bajo su ecosistema se desarrollara todo el glosario de insectos y fuera pasando a complementar la cadena trófica de la ciudad. De hecho, se organizó para llevar a cabo experimentos y proyectos con invertebrados. Después se desarrolló el proyecto para esta configuración, que se ha materializado durante la nueva legislatura.

La parcela, utilizada hasta ahora como espacio silvestre, ha mutado en una zona ajardinada con elementos pensados para favorecer el crecimiento de insectos

El aspecto que muestra ahora, después de seis meses de obras, es diferente: la valla metálica se ha sustituido por un cercado de madera, ha desaparecido la mata vegetal y, en su lugar, se ha delineado otra configuración, con un camino central que serpentea, una pequeña colina, una especie de rambla, formada por piedras y guijarros, largos muros de piedra, en el que podrían instalarse «hoteles de bichos», una isleta con troncos y zonas de jardín en el que ya han empezado a brotar plantas herbáceas. «Es un jardín mediterráneo», explican desde la concejalía. «No es un lugar expresamente para césped, sino para un paisaje propio, con los espacios naturales en los que los animales pueden desarrollarse». Espacios y cavidades para criar, plantas para polinizar flores adaptadas y, en definitiva, una oportunidad para la biodiversidad que presentará un diseño diferente a toda la contornada, en la que predomina el césped y unos árboles que en esta parcela forman parte sobre todo del perímetro. Ahora, el terreno aún está «pelado», a la espera de que las plantas -alimentadas con riego por goteo- vayan ganando espacio y cubriendo de verde el entorno. «Se cuenta con que, favoreciendo el hábitat, los insectos pueden desplazarse a cualquier otra parte y seguir ejerciendo su labor». Estará abierto al público, que podrá transitar por el mismo y se plantea como módulo didáctico.

La empresa Bertolín es la que ganó el concurso público, adjudicado en 433.000 euros abonados por los fondos europeos Next Gen, que debe estar finalizado antes de que acabe 2025. De hecho, la previsión es dejarlo ya expedito a finales de octubre o durante la primera quincena de noviembre.

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