Evolución de la población extranjera en el Cabanyal
Italianos, franceses y ucranianos: los nuevos vecinos del Cabanyal
La población extranjera en el Cabanyal ha pasado de representar el 15,9 % al 27 %, con italianos como principal grupo.

Panorámica del barrio del Cabanyal.
La población del Cabanyal-Canyamelar está cambiando a pasos agigantados, algo que, a medio plazo, sin duda afectará a la «orgullosa» idiosincrasia del barrio, que siempre ha gozado de una fuerte personalidad, diferenciada del resto de la ciudad. La población extranjera, que en el año 2.010 significaba el 15,9% (3.332 vecinos), ha pasado al actual 27% (5.321 vecinos), casi el doble. Pero no solo ha cambiado en cantidad, también ha cambiado la procedencia. En el año 2010, la nacionalidad mayoritaria de los extranjeros la representaban los nacidos en Rumanía (673, el 20,2% de los extranjeros), mientras que en la actualidad se ha ampliado el abanico de procedencia y son los italianos los que representan el mayor grupo de extranjeros (575, el 10,8% del total), con todo lo que ello significa, mientras que los rumanos han pasado a ocupar el tercer lugar (482, el 9,1%), tras los colombianos (487, el 9,2%). Le siguen los franceses (281, el 5,3%), ingleses (261, el 4,9%), ucranianos (228, el 4,3%), pakistaníes (204, el 3,8%), alemanes (202, el 3,8%), etc.
Pero no solo es que ha aumentado la población de los nacidos fuera de nuestras fronteras, al mismo tiempo ha disminuido el número de los actuales vecinos nacidos en el estado español, habiendo pasado de 17.600 en el año 2010, a los 14.364 del año 2.025, siendo el mayor descenso entre los nacidos en la ciudad de València, que han pasado de 13.678 en el año 2010, a los 11.274 en el año 2025. El resultado es que en estos momentos tan solo el 57,3% de los actuales vecinos del Cabanyal-Canyamelar, han nacido en la ciudad de València, frente al 65,3% de hace 15 años. Se desconoce qué cantidad de los nacidos en la ciudad de València lo han hecho en el propio barrio, como venía siendo tradicional, pues es un detalle que no recoge la estadística municipal, pero me temo que el descenso será mucho más significativo.
Si bien el aumento de la población nacida en el extranjero es algo que se repite en todos y cada uno de los barrios de la ciudad, no es menos cierto que mientras que en el conjunto de la ciudad el total de la población ha aumentado, habiendo pasado de 810.444 vecinos en 2010 a los 844.424 vecinos actuales, en el barrio del Cabanyal-Canyamelar, ha disminuido, pasando de 20.932 vecinos en el año 2010 a los 19.685 vecinos actuales, habiendo llegado a tocar fondo en ese descenso en el año 2022, con 19.201 vecinos. Un descenso que se acrecienta si tomamos como referencia el año 1970, en el que la población llego a alcanzar los 32.312 habitantes (estamos casi en la mitad), habiendo nacido la mayor parte en el propio barrio.
Está claro que la larga travesía que ha sufrido especialmente la parte central del barrio del Cabanyal, con la «sangrienta» gestión municipal durante varias legislaturas y con el intento de llevar adelante la prolongación de la Avda. Blasco Ibáñez, es la principal responsable de su despoblación, una situación que se ha empezado a recuperarse con la aprobación del nuevo planeamiento, a pesar del influjo negativo que está significando el encarecimiento de la vivienda y el fenómeno de los apartamentos turísticos. Estamos asistiendo al hecho de que muchas viviendas de planta baja, algunas de apenas 35-40 metros, anteriormente vacías, ocupadas ilegalmente o convertidas en almacenes de chatarra, ahora se reconvierten en apartamentos turísticos, lo cual, si bien es cierto que en un primer momento ayudó al inicio de la regeneración del barrio, en estos momentos está impidiendo que lo haga al tiempo que aumente de forma más significativa la recuperación de la población perdida. Esta dificultad se ve agravada por el hecho de que muchos de los nacidos en el barrio se ven expulsados de él a la hora de independizarse y poder acceder a la compra o alquiler de una vivienda en su propio barrio, debido al encarecimiento que ha sufrido en los últimos años.
De la información aportada por la Oficina del Plan Cabanyal-Canyamelar cabe reseñar que en el período 2007-2010 se adquirieron y derribaron 115 inmuebles con capacidad de albergar 96 viviendas, y se compraron 600 unidades aproximadamente. Si tenemos en cuenta que el número aproximado de viviendas a derribar para poder albergar la prolongación de Blasco Ibáñez ascendía a 1.600, podemos apreciar el relevante «destrozo urbano y social» causado por el afortunadamente abortado PEPRI. Teniendo en cuenta la ratio media de habitantes/vivienda que adopta el PGOU que se sitúa en 2,3 habitantes/vivienda, bastaría esta circunstancia para explicar el descenso de la población y la responsabilidad de una determinada gestión municipal, llevada adelante durante varias legislaturas.
El denostado efecto gentrificador que amenaza la sostenibilidad de la regeneración urbana de los centros históricos en las grandes ciudades ha llegado al Cabanyal para quedarse y perpetuarse, a no ser que una actuación decidida de las distintas administraciones apuesten por ponerle freno, con la construcción del Parque Público Estable de Viviendas Protegidas en Alquiler Social, que contempla el PEC, y que alcanza las 802-953 Viviendas para su gestión pública destinada a garantizar el derecho constitucional al uso de una vivienda digna y, complementariamente, a acomodar a la baja los precios de mercado y a impedir las actuales tendencias a la gentrificación. Una gentrificación que sin duda tendrá efectos perniciosos para la supervivencia de algunos de sus valores tradicionales. Un efecto que se ha superpuesto y multiplicado por la existencia de un gran número de solares e inmuebles deshabitados (2.800 viviendas vacías en 2011, tras la expulsión de sus vecinos), y en venta al inicio del proceso, lo que ha facilitado la llegada de inversores y nuevos vecinos con mayor poder adquisitivo, muchos de ellos extranjeros, como muestra la estadística municipal y es fácil comprobar con el mero paseo por nuestras calles y terrazas. Unos inversores que están apostando de forma casi exclusiva en la promoción de alquileres turísticos, residencias de estudiantes o apartahoteles.
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