Este decenio será crucial para frenar la destrucción del planeta y darle una oportunidad para el futuro, según un amplio informe de la ONU, que realiza un detallado análisis de cuál es la situación actual y cuáles son las medidas que deben adoptarse de forma inmediata.

El secretario general de la ONU, António Guterres, sostiene que la sociedad está recogiendo ahora las consecuencias de “haber declarado la guerra” a la Naturaleza, todo un impulso suicida que ha acelerado la destrucción del planeta y, por ende, ha puesto en riesgo la propia existencia humana.

Para revertir esta tendencia, es imperativo hablar, sin complejos, en términos de urgencia planetaria y aceptar que la humanidad se enfrenta a diez años cruciales para “hacer las paces” con la Tierra. Un reciente estudio de las Naciones Unidas incluye un diagnóstico de cómo están las cosas, cómo llegarán a estarlo y recoge, precisamente, ese plan científico que habrá de seguir para hacer frente a la emergencia climática, a la pérdida sangrante de biodiversidad y a los niveles de contaminación que minan la salud, tanto del medioambiente como de los humanos.

“Si cada país, ciudad, institución financiera y empresa del mundo aúna esfuerzos para alcanzar las cero emisiones netas en 2050, aún resultará posible evitar los efectos más perniciosos del cambio climático”, recalca el secretario general de la ONU, António Guterres.

El diagnóstico que hace este informe sobre el estado de salud de nuestro hogar, la Tierra, es demoledor, aunque no exactamente revelador, ya que la comunidad científica lleva advirtiéndolo desde hace décadas.

La radiografía del problema

Desde la era preindustrial, la temperatura media del planeta ha aumentado más de 1ºC. Se estima que si no consigue frenarse el ritmo, en 2040 estaremos en torno a una subida de 1,5ºC y en 2100 será de, al menos, 3ºC. Los efectos llevan años haciéndose notar: derretimiento de los glaciares, aumento del nivel del mar, incendios forestales, estrés hídrico, mayor intensidad y frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos…

Este aumento de la temperatura tiene (y tendrá) un gran impacto en el medio marino, ya que se prevé, entre otras consecuencias, una pérdida de hasta el 30% de los arrecifes de coral y entre el 20% y el 90% de los humedales costeros hasta finales de siglo.

Es un problema agravado por las emisiones de gases de efecto invernadero, que siguen reteniendo calor en la atmósfera y que, junto a otros compuestos contaminantes, son la causa de nueve millones de muertes prematuras al año, según la ONU.

La población mundial, duplicada en los últimos 50 años, cada vez abarca más espacio en el planeta con la intención de explotarlo y atender la creciente demanda de bienes y servicios. Esto incluye tierras de pastoreo para el ganado, bosques dedicados a la obtención de madera o la extracción y desvío de los sistemas de agua dulce para el consumo humano.

“El cambio climático, la degradación del suelo y la contaminación del suelo, el agua y los océanos pueden degradar los ecosistemas de tal manera que se dispare la contaminación del aire y el agua, se reduzca la disponibilidad de agua y disminuya la capacidad de la naturaleza de absorber el dióxido de carbono, lo que a su vez puede aumentar aún más el cambio climático”, señala el informe Hacer las paces con la naturaleza: un plan científico para abordar la triple emergencia del clima, la biodiversidad y la contaminación. 

La ONU insiste en que este conglomerado de emergencias derivadas del maltrato al planeta suponen un obstáculo para la eliminación de la pobreza, aumenta el riesgo de desnutrición, de los desplazamientos por la degradación del entorno (consideradas como “migraciones climáticas”) y, además, acentúa la desigualdad y los conflictos por la falta de recursos y la pérdida de oportunidades.

La solución: una transformación global

La humanidad tiene mucho que perder, por lo que es esencial que transforme su relación con la naturaleza como único camino para alcanzar un futuro sostenible. De hecho, deberá ser una transformación integral, que “abarque todo el sistema”, desde los hábitos de consumo de la población hasta los propios sistemas económicos imperantes.

“Aunque sus beneficios no se perciban hasta dentro de varios años debido al carácter duradero de los efectos ambientales o a la inercia del sistema socioeconómico, estas medidas deben adoptarse ya”, advierte la ONU.

Entre las medidas que destaca el informe para hacer real esa reconversión destaca la exigencia de voluntad política para cumplir con los Acuerdos de París, ya que si se aspira a  limitar el calentamiento global a 1,5 ºC, las emisiones netas de dióxido de carbono deben reducirse un 45% de aquí a 2030.

“Deben aplicarse políticas, tecnologías y prácticas de gestión sostenibles en el marco de los sistemas interconectados de agricultura, pesca, silvicultura, agua y energía, dadas sus repercusiones en el clima, la biodiversidad y la degradación de las tierras”, añade.

Otra acción encaminada a combatir tanto el cambio climático como la degradación de la tierra es la reforestación a gran escala con vegetación autóctona. Además, la ONU apuesta por ampliar la red mundial de zonas y espacios protegidos, de manera que se incluyan “puntos claves en materia de biodiversidad que actualmente no están protegidos”, por lo que solicita una mayor gobernanza para favorecer su vigilancia.

Esa protección se extiende hasta el fondo marino, donde es necesario llevar a cabo una reforma de la actividad pesquera estableciendo cuotas sostenibles que limiten la sobreexplotación y permitan restaurar la biodiversidad marina.

“La ampliación de las zonas protegidas, tanto en aguas territoriales como en mar abierto, puede conservar y reconstruir las poblaciones de especies comerciales y no comerciales”.

Por último, el valor de la naturaleza debe poder contabilizarse. Hasta ahora, indicadores como el PIB, empleados para medir la prosperidad de un país, no tiene en cuenta las ganancias o pérdidas del capital natural ni los costos ambientales de la actividad económica. Por ello, el informe aboga por una “integración de los objetivos de neutralidad en emisiones de carbono y conservación de la biodiversidad en todas las políticas y decisiones económicas y fiscales”.

“El año 2021 debe recordarse como aquel en que nos comprometimos a que la pandemia sea recordada no solo como una tragedia humana, sino como el momento en que las personas tomaron conciencia de que salvaguardar la salud y el bienestar de las generaciones actuales y futuras significa salvaguardar la salud de nuestro planeta”, defiende Inter Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente.

Informe completo:

<u>https://wedocs.unep.org/xmlui/bitstream/handle/20.500.11822/34949/MPN_ESSP.pdf</u>

https://www.unep.org/es/resources/making-peace-nature

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