Dado el futuro climático que aguarda a muchos países europeos de aquí a pocas décadas, un grupo de ingenieros españoles ha diseñado viviendas concebidas para vivir en esos ambientes extremos. Se trata de pequeños módulos autosuficientes y que apenas causarán huella ecológica. Es un concepto que indica por dónde puede ir la idea de la vivienda en un futuro cercano.

Muchas casas del futuro se tendrán que instalar en desiertos. Para adaptarse a sus condiciones climáticas, serán portátiles, estarán rodeadas de un oasis artificial, tendrán placas solares, desalinizadoras propias y se unirán en pequeñas comunidades protegidas por grandes muros.

En un escenario límite, en el que reinen las altas temperaturas y cada vez sean más comunes los eventos extremos y los desastres naturales, los humanos tendrán que adaptarse a estas condiciones. Una de esas adaptaciones deberá centrarse en el propio hogar.

Los arquitectos de W-LAB han desarrollado una propuesta de hábitat perfecto para ese futuro en el que predominarán los climas cálidos y áridos, incorporando biomateriales, soluciones transportables y configuraciones que promuevan la vida en comunidades pequeñas y resilientes.

“Queríamos saber cómo sería vivir en un escenario post cambio climático en el que reinarán los climas extremos”, señalan los promotores de la iniciativa en un post de Instagram, en el que recuerdan que gran parte de la Unión Europea «estará cubierta por desiertos”.

Estos ingenieros consideran que la única forma de sobrevivir en este escenario será logrando que la población sea totalmente autónoma mediante el uso de estructuras que les permitan crear sus propios recursos de la nada.

Productores de recursos, en vez de consumidores

“Las arquitecturas de autosuficiencia totalmente desvinculadas de las redes generales de suministro serán muy valoradas por la escasez de recursos”, afirma W-LAB, que considera que “en el futuro, para que podamos prosperar, los edificios deberían convertirse en productores activos de energía y recursos, en lugar de consumidores pasivos”.

Para diseñar este proyecto, el grupo de ingenieros ha realizado una serie de simulaciones computacionales que les ha permitido recrear el escenario climático que afrontaremos durante las próximas décadas.

Para este ensayo de diseño post-cambio climático, se han utilizado herramientas de análisis solar, haciendo uso de recursos de tecnología simple o más tradicionales, así como potenciando los materiales de bio-construcción, pues consideran que son ideales para poder hacer frente a estos problemas y dar soluciones a futuro más sostenibles y flexibles, que se adapten a la calidez extrema.

En el concepto ideado por este equipo de arquitectos figuran asentamientos en grupos pequeños, en un poblado rodeado de vegetación artificial y en el que cada pequeña casita (de solo un piso) se pueda trasladar en cualquier momento.

Se trata de cabinas portátiles que se puedan apoyar sobre el terreno, sobre pilotes atornillados, en lugar de ser construidos directamente en él. “Pueden desanclarse y no dejar marca en el terreno reduciendo, aún más su huella en el medioambiente”, señala la empresa.

Y serán muy pequeños. Si algo ha mostrado la pandemia es que es necesario reducir la masificación de población en todas sus vertientes. Por esta razón, los futuros asentamientos deberían planificarse “más pequeños, no masificados, sostenibles, autosuficientes e hiperconectados tecnológicamente, para ofrecer unas condiciones de vida más saludables y de mayor calidad a sus habitantes”.

Los materiales con los que estén construidos serán reutilizados o reciclados y estarán basados en la madera de las plantas de agave americana, conocida como la madera del desierto, por su gran resistencia a climas áridos, mientras que los elementos metálicos estarán construidos en base de aluminio, que es más reciclable.

Poblados ecológicos

Los ingenieros plantean una distribución radial de módulos habitables, de baja altura, con la intención de delimitar un espacio central protegido para actividades comunitarias exteriores.

El poblado estará rodeado de muros bajos que contribuirán a proteger de los fuertes vientos y la radiación solar, y además, será clave la presencia de vegetación y otros elementos de sombra.

“Nuestros estudios de dinámicas de viento confirman la eficacia de los palmerales y la vegetación desértica para reducir la fuerza del viento en un territorio con alta exposición”, señala el equipo, que recuerda que “los cinturones verdes sirven de filtro a partículas en suspensión y además dan cobijo”.

“Estos elementos nos permitirán crear espacios protegidos, integrados alrededor de un oasis artificial, abastecido con agua proveniente de una desalinizadora solar y un sistema de captadores de brumas, que contribuirá a mejorar el confort exterior, y a reducir la temperatura en las cercanías del asentamiento”, señalan.

Estos poblados futuros tendrán que ser autosuficientes, dado que los recursos mundiales comenzarán a escasear. Así, proponen que el interior de los habitáculos puedan funcionar a partes iguales como invernaderos donde plantar y recolectar plantas de consumo humano.

Cada casa contaría con placas solares y aerogeneradores para obtener energías renovables almacenables en baterías instaladas bajo el subsuelo de la casa. Y para obtener agua potable, los ingenieros apuestan por instalar captadores de brumas, desalinizar el agua del mar con energía solar y tratar la salmuera resultante de la desalinización.

Web del proyecto:

https://www.wds-lab.com/blog/w-lab-bioconstrucciones-autosuficientes

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