Los incendios forestales son cada vez más comunes, debido en gran parte al calentamiento global. Pero hay otros factores que favorecen la aparición del fuego en nuestros ecosistemas. Entre ellos destaca el abandono de la ganadería extensiva.

Esto se debe a que la vegetación baja es el alimento de cabras, ovejas y vacas en el campo español. Al practicar la agricultura extensiva se deja el suelo libre de enormes cantidades de vegetales secos. Eliminan la mecha de los incendios.

Sin embargo, ante el abandono del campo, hay quien propone devolver los ecosistemas a sus orígenes. Antes de los animales domésticos, la naturaleza tenía sus propios medios para disminuir el riesgo de incendios. En Europa este medio tenía un nombre: el bisonte europeo.

Los bisontes nos evocan las películas del Oeste, animales que recorren las grandes llanuras de América del Norte en manadas. Pero menos personas conocen el bisonte europeo, una especie que durante cientos de miles de años habitó desde el norte de España hasta casi Siberia.

Aunque rozó la extinción, hoy el bisonte europeo ve crecer sus números gracias a programas de conservación. La especie cuenta ahora con 8.400 ejemplares, muy lejos de los 50 de hace un siglo. Y cada uno de estos animales consume unos 30 kg de vegetación al día, principalmente de brotes y hojas, pero también una gran cantidad de vegetales leñosos.

De esta forma, las grandes manadas abrían claros en los bosques donde crecía la hierba y de los que se beneficiaban muchas otras especies. Pero también libraba al suelo de materia potencialmente inflamable en los meses de más calor. Los bisontes eran los encargados de prevenir los incendios en la Europa prehistórica.

Por eso hay quien propone que, ante la pérdida de la agricultura y ganadería tradicional de las últimas décadas, repoblar España de bisontes nos libraría de muchos incendios.

La cría de bisontes en España

En la actualidad, hay en nuestro país diversos programas de cría de bisontes en semi-libertad. Fincas privadas desde Córdoba a León donde se estudia la adaptación del animal al terreno, pero también los cambios que produce su llegada al ecosistema. En terrenos donde se ha perdido la ganadería extensiva, la aparición del bisonte podría ser esencial para mantener el bienestar del ecosistema.

En total hay ya 150 bisontes campando en nuestro país. Se espera que su población aumente en los próximos años, aunque aún está lejos de crear un impacto real en los ecosistemas a gran escala. Además está el problema de reintroducir una especie que lleva ausente 10.000 años en este territorio. Todavía deben estudiarse bien los posibles efectos que tendrían grandes números de bisontes en el medio ambiente.

La solución más factible tal vez sea recuperar la ganadería extensiva como se hacía antaño.

En su origen la ganadería supuso una sustitución en los ecosistemas. Los bisontes europeos prácticamente desaparecieron y su función a partir de entonces la llevaron a cabo grandes rebaños guiados por los pastores.

Pero las últimas décadas están trayendo muchos cambios a la agricultura y ganadería tradicional. Durante milenios los humanos y el medio ambiente nos hemos adaptado el uno al otro creando una buena relación. Ahora hay un auge de lo intensivo, un deseo de producción en masa de alimentos, que provoca efectos indeseables y perjudiciales para el medio ambiente y, por ende, a los humanos.

Los rebaños de cabras y ovejas que crecen al aire libre están desapareciendo en favor de granjas donde se concentra la producción. Es más barato, se controla mejor y produce más. Como contra, tienen un impacto mayor en los ecosistemas y están mucho más hacinados, lo que favorecería el salto de enfermedades.

Pero con esta transformación del sector también se produce un abandono del campo. Una estrecha relación que los antiguos pobladores de España labraron con el medio ambiente. Con el pastoreo extensivo y actividades como la trashumancia, los animales se alimentan de masa seca cercana al suelo que pudiera originar incendios. Es lo que se conoce como ramoneo.

Poco a poco, un goteo de gente se marcha de las zonas rurales en busca de trabajo en la ciudad. El abandono del campo tradicional español en favor de una producción industrial es imparable. Y con la llegada del verano, los campos y bosques españoles se llenan de vegetación seca, un combustible perfecto.

Regreso al pasado

Algunas medidas para remediar la España Vaciada no bastarían. No se hace nada con que los urbanitas regresaran al pueblo y hagan allí su trabajo online: lo que se necesitaría es volver a prácticas como la trashumancia para disminuir el riesgo de incendios.

Ante este panorama se plantea una posibilidad de retroceso en el tiempo. Volver a un ecosistema previo a la Revolución Neolítica donde la ganadería no tenía impacto.

Traer de vuelta al bisonte europeo, el gran herbívoro del Viejo Continente.

No obstante, por el momento la vuelta de la ganadería extensiva parece más factible y daría beneficios más rápidos y conocidos. Si las granjas intensivas se sustituyen por extensivas y vuelve la trashumancia hasta los bosques tropicales se verían beneficiados.

En lugar de alimentar los animales con piensos, muchos de ellos obtenidos de cultivos no sostenibles, los animales aprovecharían los vegetales de la zona.  Además, el extensivo valoriza terrenos que de otra manera no tendrían importancia económica.

Aun así, el consumo excesivo de carne es una de las principales causas del calentamiento global. Con los niveles actuales, además, sería impracticable una total ganadería extensiva. Simplemente no habría superficie para tanto animal.

Por eso es primordial reducir la ingesta global de carne y, una vez sea así, que sea de granjas en extensivo. Granjas que, bien llevadas, colaboran con los ecosistemas y permiten un beneficio para todos.

Aunque si queremos prevenir incendios sin renunciar a las explotaciones intensivas, también podríamos dejar que los bisontes vuelvan a campar por la Península.