Casi la mitad de los productos alimenticios que se consumen en la Unión Europea (UE) contienen residuos de plaguicidas, según un reciente estudio científico internacional. En España, el porcentaje es menor, del 34%, pero no por ello el problema es menos grave, ya que un tercio de los pesticidas detectados no están autorizados.

Ecologistas en Acción, en su informe ‘Directo a tus hormonas. Guía de alimentos disruptores’, acaba de señalar que la solución a este grave problema es que la Administración española cumpla la normativa y reduzca a la mitad el uso de este tipo de sustancias, que pueden causa efectos tanto agudos como crónicos en la salud en el ser humano.

Los plaguicidas son una de las principales causas de muerte por intoxicación voluntaria, sobre todo en los países de ingresos intermedios y bajos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el mundo se utilizan más de 1.000 pesticidas para evitar que las plagas estropeen o destruyan los alimentos, cada uno de los cuales tiene propiedades y efectos toxicológicos distintos. Algunos pueden permanecer durante años en el suelo y el agua.

Aunque el enfoque del estudio internacional sobre plaguicidas fue la salud del suelo, los investigadores destacan en las conclusiones que los residuos en el suelo pueden ingresar a la cadena alimentaria y, por lo tanto, afectar la calidad de los alimentos y la salud humana.

Puntualizan que, a diferencia de los suelos, los productos alimenticios de la UE se controlan exhaustivamente todos los años para detectar residuos de pesticidas. Pero a pesar de ello, según el último informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), publicado en 2020, el 48% de los 91.015 productos alimenticios probados en la UE contenían residuos de plaguicidas.

Los alimentos orgánicos tienen menos

Los alimentos producidos orgánicamente, según recoge el estudio científico, en el que participó la Universidad de Córdoba, “parecen dar lugar a una menor carga de plaguicidas que los alimentos producidos convencionalmente: el 13,8% frente al 46% de las muestras contenían residuos de plaguicidas, y el 1,4% frente al 4,8% de las muestras tenían mediciones que superaban los límites máximos recomendados (LMR) de residuos, respectivamente”.

Pero los riesgos dietéticos de los plaguicidas en los alimentos pueden ser mayores, ya que, como recoge el estudio, el 29% de las muestras de alimentos analizadas tenían múltiples residuos, con un máximo de 29 residuos diferentes por muestra. Entre los contaminantes hallados en los alimentos figura el DDT.

Por todo ello, los investigadores lanzan un consejo: “Los LMR (límites máximos recomendados) deberían establecerse rápidamente para las mezclas de residuos de plaguicidas en los alimentos y deberían relacionarse con los LMR totales para la suma de todos los residuos, así como para el número total de residuos”. Y añaden: “Estos LMR deberían ser significativamente más bajos para los alimentos producidos orgánicamente en comparación con los alimentos producidos convencionalmente”.

Las conclusiones de este estudio científico, que analizó la presencia de pesticidas en Europa, son similares a las recogidas en el informe de Ecologistas en Acción, centrado en España, país que es líder en el continente en venta de plaguicidas, con un total de 75.190 toneladas en 2019, un 3% más que el año anterior.

“Parte de los plaguicidas empleados quedan en los alimentos como residuos invisibles y llegan a las bocas de las y los consumidores”, alerta Ecologistas en Acción. Para garantizar que estos residuos no superan los límites máximos de seguridad, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) realiza controles anuales sobre un número de muestras de alimentos.

Los últimos análisis de este organismo, realizados sobre muestras de alimentos del año 2019 y en los que se basa el informe de Ecologistas en Acción, muestran que el 98’3% de esas muestras cumplen la normativa porque, aunque tienen restos de plaguicidas, están por debajo del límite establecido.

El 44% de frutas y verduras tiene más de un plaguicida

Los análisis revelan también que en los alimentos de venta en España hay una amplia presencia de plaguicidas. Concretamente, el 34% de todas las muestras analizadas contenían uno o más plaguicidas. Este porcentaje asciende al 44,4% en el caso de frutas y verduras.En algunas muestras se detectaron hasta nueve plaguicidas diferentes. Las fresas fueron el alimento con más residuos de plaguicidas, 37, de los que 25 son disruptores endocrinos.

El informe presta especial atención a la contaminación con plaguicidas que afectan al sistema hormonal, los conocidos como disruptores endocrinos, porque cualquier cantidad de estas sustancias pueden desencadenar daños en la salud, de manera equiparable a las sustancias cancerígenas.

Según Ecologistas en Acción, los límites máximos de residuos empleados por AESAN no protegen frente a estos plaguicidas, y consideran que “la única protección es prohibir su uso”. Además, el efecto combinado del cóctel de diferentes sustancias pone a la población “ante un peligro desconocido e imposible a evaluar, según la comunidad científica”.

Plaguicidas no autorizados en España

El informe también denuncia que España sigue utilizando “un elevado número de plaguicidas no autorizados por la legislación europea”. Concretamente, el 31% de los residuos detectados pertenecen a plaguicidas no autorizados.

Pero, según Ecologistas en Acción, el porcentaje real es aún mayor porque AESAN deja fuera del análisis a “los plaguicidas más utilizados en el campo”. Un ejemplo es el del 1,3-dicloropropeno, que no se analiza en las muestras “a pesar de ser el tercer plaguicida más utilizado en 2019 y cancerígeno por la IARC (Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer)”.

Ecologistas en Acción denuncia que, en lugar de mejorar sus análisis, AESAN empeora así la calidad de su control, “reduciendo tanto el número de plaguicidas que analiza como el número de muestras que toma, situando a España a la cola de toda Europa en número de muestras por cada 100.000 habitantes”.

“La solución a esta contaminación está en manos de la Administración española, que debe cumplir la normativa europea (como la estrategia ‘de la granja a la mesa’ y la Directiva de uso sostenible de plaguicidas ) y reducir un 50% el uso y riesgo de los plaguicidas químicos para 2030. Para ello, la Administración debe ser valiente y favorecer la transición a una agricultura que utilice menos sustancias tóxicas, más respetuosa con la salud y con el medio ambiente”, concluye el informe.

Informe de Ecologistas en Acción: https://www.ecologistasenaccion.org/169891/

Estudio sobre el uso de plaguicidas en Europa(en inglés): https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0269749121004073

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