Desde siempre, las islas nos han fascinado. La soledad y el misterio que comportan son otras tantas promesas de una vida reconciliada con lo que incluye de contradictorio, en una armonía por fin recuperada. Uno viaja y desembarca en el puerto de una isla para conocerla, pero también y sobre todo para reconocerse, para ser uno mismo, para encontrar de nuevo esa parte perdida, la inocencia y la libertad. Quizá por eso siempre he pensado que las islas no son solo lugares de veraneo, microcosmos folclóricos y divertidos, sino territorios en los que es posible, más que en otras partes, reconquistar una vida en la que el tiempo se mide en lo cotidiano y en lo eterno.

Quienes han frecuentado las islas del Pacífico saben a que me refiero. Son islas apasionantes porque conservan un rostro que sólo a ellas pertenece y no tratan en absoluto de imitar a las tierras que la rodean, más bien al contrario.

Cuando aterrizo en Tonga -el aeropuerto internacional está en Nuki Alofa, la capital del archipiélago de Tongatapu- esa es, precisamente, mi primera sensación.

Pero situémonos bien en el mapa. Tonga es un reino formado por varios archipiélagos (conectados entre sí por líneas de ferrys): Tongatapu, Ha´apai, Vava´u y las Niuas, desperdigadas entre Nueva Zelanda y Australia. Playas de arena blanca, plantaciones de vainilla, arrecifes de coral, bosques primarios, lagos, volcanes... De la belleza natural de Tonga, créanme, no cabe la menor duda. Algunos vienen aquí a sentir el ritmo de su aventura, ya sea vacaciones al sol y arena, natación con ballenas jorobadas, senderismo en el bosque o simplemente a tumbarse sin más en la playa.

Pero es que además tiene algo muy bueno Tonga: su desconocimiento. ¿Quién conoce Tonga? Probablemente muy pocos. Efectivamente, cuando uno tiene la intención de desplazarse a este rincón del planeta siempre nos vienen imágenes idílicas de Fiyi, de Tahíti... Imágenes que han hecho famosa la estampa de la Polinesia. Pero, ¿de Tonga? Probablemente nadie. Este escaso reconocimiento por parte de la industria turística ha sido para este archipiélago muy positivo porque los tonganos conservan casi intactos sus valores, tradiciones y cultura.

Cuatro imprescindibles de Tonga

  1. Observación de ballenas. Tonga es un importante lugar de cría para las ballenas jorobadas. En todo el archipiélago hay empresas dedicadas a su observación. Se permite nadar con ellas.
  2. Senderismo en EUA. Practicar el senderismo en la selva tropical del Parque Nacional EUA. Muchas aves increíbles se cruzan en nuestro camino.
  3. Kayak marino. Es una buena fórmula para conocer y descubrir rincones secretos de Vava´u y Ha´apai.
  4. Submarinismo. En este país de las maravillas subacuáticas abundan los pecios, taludes y cuevas que sirven de morada a miles de peces asombrosos. Una zona de "cine" está en la isla de EUA, en la cueva de La Catedral.