El encargo era proyectar un apartamento que fuera un anexo de una segunda residencia situada en el Empordà (Girona) para poder disponer de un pequeño alojamiento para invitados. Y el resultado, obra del Estudi Arquitectura Interior Maite Prats, es un módulo contemporáneo que se integra en una casa del primer tercio del siglo XX -con pequeñas ventanas y cerrada sobre sí misma-, le aporta color y la abre al exterior, al tiempo que permite la máxima intimidad.

Una gran losa de hormigón con un voladizo largo y estrecho, como el propio terreno, une el anexo con la casa, desde la cocina. A la vez que enlaza los dos volúmenes, crea un porche donde se ha abierto un lucernario cenital para no perder luz natural. Justo debajo de esta apertura se ha creado una zona verde de la que disfruta el comedor de verano, al estilo de un patio interior.

Uno de los aspectos más llamativos del proyecto son los tableros de madera recuperada, tratados con diferentes colores envejecidos pero vivos, que se utilizan tanto como valla para la zona del jardín y la piscina como para paredes y puertas del interior del refugio. Este tratamiento, llevado a cabo por la escultora y restauradora italiana Maria Paola Coda, aporta singularidad y un aire fresco a la propuesta, permite una continuidad entre el exterior y el interior y contrasta con la frialdad y la sobriedad del otro material constructivo utilizado, el hormigón.

La distribución del interior se ha planteado siguiendo los mismos criterios de sencillez y funcionalidad con los que se han escogido los materiales de construcción. "Se optó por una distribución interior que permitiera aprovechar al máximo todos los espacios, que evitara las interrupciones y que se integrara al máximo con el exterior", explica Maite Prats.

El anexo cuenta con una sala polivalente que da continuidad a la casa y una zona de invitados con dormitorio, baño y espacio para instalar una futura cocina. El techo del módulo es inclinado para aprovechar la máxima altura y se conforma con vigas de tableros de madera pintada.

Las zonas de servicio presentan un aplacado de tableros pintados de colores como los del exterior y se han dejado más bajas con la intención de no interrumpir visualmente el espacio. El pavimento de la sala es de hormigón continuo, mientras que el resto de las estancias tiene tarima y, el exterior, de madera de ipe.