Los estudiosos e investigadores han comprobado desde la psicología a la fisiología, desde la sociología a la medicina que la convivencia es uno de los factores más transcendentes no solo para el bienestar y la felicidad, sino para el sostenimiento de la salud total. La convivencia es una forma de relacionarnos entre nosotros que debemos escoger desde muy jóvenes.

Para que sea positiva es necesario el respeto, el amor, la tolerancia. En definitiva, el fomento máximo de la belleza en todas sus manifestaciones como forma de sentirse parte de una comunidad al mismo tiempo que uno conserva su individualidad.

Somos animales grupales y nuestro bienestar es mucho mayor cuando este se encuentra en un ambiente armónico en el cual se vive en estrecha comunión. Para la supervivencia es indispensable la independencia y la autoconfianza.

Quizás este sirva de ejemplo perfecto de como relacionarse con los demás, personas o animales, en el espacio de la convivencia en comunidad. Una forma de identidad que dice más de nosotros mismos que cualquier otra manifestación social externa.

Este ático, obra de los arquitectos Jaime Oliver y Paloma Hernaiz, de OHLAB, está situado en la azotea de una antigua casa señorial del casco histórico de Palma. Un espacio rescatado que se beneficia de un pasado arquitectónico esplendoroso, un regalo.

Porque lo es el típico patio de acceso a estas casas mallorquinas, el que define la planta de la vivienda que gira a su alrededor, al que curiosamente da la espalda. El nuevo acceso a la vivienda, a través de un jardín de naranjos situado en la terraza, rompe con la tipología convencional de piso urbano.

Una privilegiada terraza perimetral de 250 metros cuadrados que se utiliza como extensión de la vivienda permitiendo que los dos usuarios de la casa, un hombre soltero y un pastor alemán, convivan cómodamente. Las principales actividades que ocurren en el interior, territorio principal del soltero, tienen su reflejo en la terraza, morada principal del perro, permitiendo que este conviva con su amo a lo largo del día desde la terraza.

Por otro lado la vivienda invade la terraza en algunos puntos, el lounge al atardecer, el comedor exterior, la barra de cócteles o la plataforma-spa exterior, pero también la terraza irrumpe en la vivienda completando, en el pasillo de la casa, la pista exterior de cien metros que pueden utilizar los dos residentes en sus ejercicios matutinos.

En el interior una colección de elementos móviles desdibuja los límites entre las estancias dando cabida a múltiples escenarios. Lo que les decía, la convivencia en la belleza, perfecta.