La limpieza es fundamental en todos los puntos de la casa (estos son los diez lugares donde se acumula más suciedad) pero en los baños y el dormitorio resulta esencial por la singularidad de estas dos estancias. Ambas están sometidas a elevados niveles de calor o humedad y en las dos hay textiles en los que se pueden llegar a alojar millones de microorganismos que, a la postre, pueden ser dañinos para la salud.

En el caso del baño, las toallas exigen un mantenimiento muy escrupuloso para evitar que se conviertan en un foco de bacterias y gérmenes, no sólo por el contacto con nuestros cuerpos, sino por la humedad permanente que han de soportar. De hecho, uno de los principales problemas de las toallas es que generen mal olor (aquí te contamos el mejor truco de limpieza para acabar con el olor a humedad de las toallas), algo que se repetirá cada vez que las utilicemos.

Cuándo hay que cambiar las toallas

Así las cosas, para mantener una buena higiene en las toallas y evitar que se conviertan en un foco de gérmenes, es necesario cambiarlas relativamente a menudo. El problema es saber cada cuánto hay que enviar las toallas a la lavadora y poner otras limpias en su lugar. El mantenimiento en este caso es fundamental, tanto para impedir que las toallas cojan mal olor como para que estén limpias y mullidas por más tiempo.

Cuándo cambiar las toallas del baño para evitar malos olores y humedades. Pexels/Karolina Grabowska

Según un estudio, las toallas de mano albergan más de un millar de bacterias y gérmenes en su interior por lo que es aconsejable cambiarlas y lavarlas cada dos o tres días o incluso antes si son muchas las personas que utilizan el mismo baño y, por tanto, comparten esa toalla. Lo ideal es tener varias toallas de este tipo y, así, poder ir cambiándolas conforme se van utilizando y ensuciando.

Con las toallas de cuerpo y cabeza pasa lo mismo. Lo más aconsejable es cambiar las toallas cada tres o cuatro días para evitar la proliferación de gérmenes en el tejido e impedir la acumulación de humedad, algo que podría repercutir en la salud de nuestra piel o cabello. Para ello es imprescindible ventilar y estirar este tipo de toallas tras cada uso, ya que así impediremos que las bacterias se multipliquen de manera incontrolada.