La regla de oro para limpiar el baño y dejarlo reluciente durante días

Limpiar el baño es, tal vez, una de las tareas más engorrosas que hay en la casa pero también una de las más necesarias. Es algo crucial tanto por razones de salud como por motivos de bienestar general de todos los que lo utilizan.

Y es que el baño es un lugar donde se acumulan bacterias, virus y hongos debido a la humedad y al uso constante. Si no se limpia adecuadamente, estas pueden propagarse y llegar a causar enfermedades.

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La importancia de limpiar el baño

Superficies como el inodoro, el lavabo y la ducha son especialmente propensas a la proliferación de microorganismos que pueden provocar infecciones gastrointestinales, respiratorias y de la piel.

Por eso es tan importante mantener una correcta limpieza en el baño, aunque no todo el mundo sabe cómo hacer de una manera adecuada y, sobre todo, eficiente.

Y es que hay una regla de oro para limpiar el baño que puede ahorrarte mucho tiempo y esfuerzo y que, además, es muy fácil de poner en práctica.

Esta regla de oro a la hora de limpiar el baño es sencilla: consiste en actuar primero en seco en todas las superficies y, luego, en húmedo.

Antes de manipular el agua y limpiar con ella, es preferible pasar el plumero y aspirar o barrer el suelo para eliminar el polvo que haya podido acumularse en el baño. A continuación, ya puedes limpiar con un paño húmedo.

De esta forma, evitarás que el polvo y la suciedad se conviertas en molestos grumos o bolas que luego pueden pegarse a la fregona o al paño con el que limpias las superficies.

Con este truco, conseguirás mejores resultados y ahorrarás tiempo y esfuerzo a la hora de limpiar el baño.