Se fue de casa, en Turín, a los 18, con ganas de aventura: se metió a bailarina de cabaret -del mítico Crazy Horse, templo de la noche parisina-, vivió en el sudeste asiático y, más tarde, decidió crear una marca de ropa. Todo, antes de cumplir los 30. “Fue raro que la única hija de la casa huyera”, reflexiona ahora Gabriella Cortese. “Resultó muy difícil, pero entonces quería olvidar Turín, aunque ahora voy mucho, porque es bueno estar atado a tus raíces”. Y añade: “Viajar es muy extraño. Siempre quieres ir a un lugar remoto, pero encuentras las cosas más importantes sin ir tan lejos”.