Jane Birkin dijo que en días lluviosos se ponía el bolso que lleva su nombre en la cabeza y el resto de sus enseres los guardaba en una bolsa de plástico. Sería porque Hermès se los regalaba, o quizás por mantener su mito de contrasnob. Al contrario que ella, los burgueses de los gremios holandeses del siglo XVII que habían alcanzado cierto estatus en su ciudad, gracias al contrabando de bulbos, a la provisión de alimentos, especias y pigmentos, y al control del comercio de ultramar, adquirieron la costumbre de hacerse un retrato en un estudio de un pintor famoso.