“Luchadora, ambiciosa y muy disciplinada”, así se define la piloto de automovilismo Carmen Jordá. Una mujer que reconoce que le cuesta desconectar y que ama la que hoy es su profesión desde los 11 años.

Todo comenzó cuando su padre, el piloto de Fórmula 1 José Miguel Jordá, encontró un kart antiguo y decidió arreglarlo para sus dos hijas. Mientras que a Carmen se le abrió así un mundo ante los ojos, a su hermana aquel entretenimiento no le suscitó ningún interés. “Lógico y normal”, pensarán algunos. Y agregarán: “era una niña”.