Quizá el lector se habrá dado cuenta de que al enviar un email, o un whats-app, tiene que extremar las precauciones porque la inmediatez de la comunicación digital, en la que solemos dialogar de manera apresurada, sin preocuparnos del estilo, como quien habla en una conversación informal, suele dar una impresión de brusquedad. Esto se debe a que aquí el lenguaje hablado no viene acompañado y apoyado, como en una conversación cara a cara, con las entonaciones de la voz y el lenguaje corporal, de miradas, muecas y ademanes. Esa carencia la palían en cierta medida los emojis. Sirven para abreviar, cerrar conversaciones, para indicar si se está hablando en broma o muy en serio, para visualizarse.