"Las mujeres son más fuertes ante el dolor"

El ganador del Goya por interpretar de forma brillante al legendario Camarón es cauto a la hora de hablar de las cosas que unen y separan a hombres y mujeres. "Es complicadito, complicadito", asegura. Quizás el hecho de compartir vida y paternidad con la actriz Bárbara Goenaga añade prevención a su carácter discreto. El actor coincide actualmente en la gran pantalla con dos filmes: la sorprendente 'Buscando a Eimish', en la que ejerce de romántico que dejó pasar la oportunidad de la felicidad, por miedo al compromiso, y Atraco, que muestra una posguerra "diferente de la que nos han contado padres y abuelos, en la que las relaciones amorosas no eran ni tan tristes ni tan culpables".

No cree que expresar emociones sea algo exclusivo de "ellas". De hecho, reconoce que frente a una película de sentimientos, "las mujeres son incluso más frías. Yo, si la historia está bien contada, lloro sin duda. Pero lloro con vergüenza. Igual esa es la razón por la que los tíos preferimos las de tiros. Por no llorar en el cine, que sigue siendo un drama tremendo para nosotros".

Aunque en 'Buscando a Eimish' lleva la batuta una directora, no ve diferencias a la hora de trabajar, más allá de que "una mujer comprende más fácilmente lo femenino y un hombre subraya lo masculino. Algo interesante, porque pienso que muchas películas veneradas por todos hubieran sido más interesantes explicadas desde el punto de vista de la mujer. En general, pienso que un cineasta, sea cual sea su sexo, muestra el tipo de hombre o mujer que le gustaría tener cerca; probablemente con muchas virtudes y pocos defectos. Como cualquiera".

Para él, la "gran" diferencia estriba en la facilidad de las mujeres para soportar el dolor. "Siempre; en cualquier circunstancia, pero especialmente cuando dan a luz. Esa fortaleza nosotros ni la olemos. Si nos tocara tener hijos, tendríamos a toda la planta del hospital pendiente de nosotros. Por los gritos. Pero ojo, es algo tan importante que marca las relaciones. A esto habría que añadir su capacidad de recuperación. Hoy estoy dando a luz y mañana me voy a casa. Tiene algo que ver con esa manera práctica de ver el mundo que les caracteriza, pero que cuando va más allá, se convierte en frialdad. Y ahí se acabaron las complicidades".

Curiosamente, para él, rebelde con o sin causa, el mismo rasgo que las hace imprescindibles y por tanto admirables, le repele un tanto "que son necesarias para lo bueno y para lo malo. Llegan igual allá donde tú llegas, pero mucho antes".

Recuerda una adolescencia en la que fue "muy normalito. No destaqué nada, salvo cuando ya quería ser actor y andaba dándole vueltas a las cosas, lo que te da un misterio especial". Añade que siempre fue más de amigos que de amigas. "Ahora no hago distinciones. Son amigos o amigas, socios o camaradas, simplemente gentes con las que nos expresamos en libertad. Si son hombres o mujeres, es lo de menos".

Pero sí puntualiza que la sexualidad, pese a las recientes opiniones que consideran que es algo sobrevalorado, tiene una enorme importancia. "Es respeto y es cariño. Algo tan natural como levantarse por las mañanas. Ya sea en pareja, en trío, en grupo, si todos están de acuerdo en lo que hacen, es perfecto. Supone un contacto cara a cara entre seres humanos y eso tiene un valor. Cada cual que elija su modalidad".

Defiende la pareja "porque todos necesitamos apoyo. La vida, si no la compartes con alguien, no tiene sabor. Claro, siempre que encuentres a la persona que te da lo que necesitas y viceversa. En este terreno es esencial lo que has vivido en casa; la referencia de los padres tiene enorme peso".

En cuanto a cómo seducir o ser seducido, Jaenada piensa que la clave está en la conversación: "El mejor modo de conocerse. Por más que quieras esconder, antes o después te retratas". Sin distinción de sexos. "Es que no somos tan distintos y sólo hablando sabes si alguien, sea hombre o mujer, acabará siendo importante en tu vida".