Purificación García, gallega de Orense, diseñadora de moda, cabeza visible de un pequeño imperio comercial que ahora apunta a Sudamérica. Encontró en Barcelona su punto de anclaje vital, después de recorrer mucho mundo. Montevideo, donde creció en el seno de una familia emigrante; o Canadá, donde comenzó a volar en el negocio de las telas.

Hace treinta años que presentó oficialmente su primera colección de moda. En 1985 abrió su primera tienda en el extranjero; en 1989 se presentó en Milán y muchos ojos se posaron en sus propuestas, y en el año 2000 sacó a la luz comercial su perfume, con el que iniciaba una línea de diversificación que aún continúa: aromas, ropa de casa y cama, gafas, complementos... Cuenta con 75 establecimientos en España, más ocho tiendas en Portugal, dos en México y una en Chile.

-Veo mucho negro en su colección. ¿Será la crisis?

-No, no. Es que yo siempre he sido muy de blancos y de negros. Pero todos los colores son fuente de inspiración.

-¿Y a usted qué colores la inspiran más?

-Los colores piedra, los azules, el color chocolate... Me encantan los colores, sobre todo en verano.

-¿Y con este volumen de negocio, nota la crisis: poco, mucho, nada?

-En tiempos difíciles hay que ser muy coherente con lo que haces y buscar la mejor relación calidad/precio. Hoy más que nunca es necesario que nadie salga desilusionado de la tienda, ese es uno de los secretos. Yo vendo en el extranjero e igual no siento tanto la crisis, pero es verdad que hay diseñadores que no están preparados para afrontarla.

-¿Preparados para qué?

-Para aguantar, por ejemplo, el tirón del "made in Asia", que es una realidad que está ahí y que se veía venir.

-Pero el "made in Asia" afecta a todos.

-A unos más que a otros.

-¿A las grandes marcas?

-¡No! Las marcas de lujo pueden presumir de longevidad y de tradición. Tienen un nombre, hay una herencia, cuentan con poderosas armas de marketing. No se mueven del sitio y no les afecta la crisis, o les afecta menos.

-¿Cómo se define? ¿Marca de semilujo?

-No somos marca de lujo, está claro. Pero en cierto modo nos acercamos. Hay que matizar lo del lujo, que no es cobrar mucho y ser muy caro. El lujo es el ambiente con el que se encuentra el cliente, el servicio que se le da.

-Muchos diseñadores se sienten desprotegidos por la Administración.

-Bueno, yo no quiero criticar a nadie. Es verdad que las ayudas no están a la altura. Tenemos ejemplos cercanos, Francia e Italia, donde los apoyos públicos son muy notables. Yo creo que habría que hacer un esfuerzo en la ayuda institucional a los nuevos diseñadores. Sin embargo tengo la sensación de que se está haciendo un gran esfuerzo en la potenciación de las escuelas de diseño.

-¿Por qué no le gustan las pasarelas?

-Hace doce años que no participamos en ninguna. Nuestra pasarela son los escaparates. Yo creo que las pasarelas son buenas para las marcas de lujo de las que antes hablábamos, pero tienen sus inconvenientes. Uno de ellos, que retrasan las producciones. Me quedo más con el contacto directo con los clientes.

-Las pasarelas internacionales en España también se quejan de la falta de apoyo institucional.

-Bueno, Cibeles ha conseguido este año un patrocinador privado, una multinacional del automóvil. Muy bien.

-Tres décadas ya desde su primera colección.

-Mucho tiempo, sí. Mis primeros pinitos fueron hacia 1975, cuando me permitía el lujo de crear cosas con una infinita libertad que después vendía entre mis amigas.

-¿Qué queda de la Purificación García de 1981?

-Queda una base, lograda a través de mucha experiencia. Y la satisfacción de haber superado altibajos y mucha piedra en el camino. Y queda la convicción personal de que todos los retos te hacen más fuerte, una idea que siempre he tratado de transmitir a mis hijos.

-¿Los altibajos son nutritivos?

-En la vida te equivocas muchas veces. Y hay situaciones que te hacen dudar. En alguna ocasión veo a una mujer con un vestido diseñado por mí y me digo: o ella se lo pone mal, o hay algo que no encaja del todo, o simplemente me he equivocado con este modelo.

-¿El diseño es un arte?

-Absolutamente.

-Pues la gente no se lo cree del todo.

-Me consta. Son muchos los que no entienden ese rol importante de la moda como cultura, como inspiración, como arte. Yo siempre digo que el diseñador es un educador de los sentidos, y desde ese punto de vista no estamos muy lejos del fotógrafo, del realizador de cine o del pintor. Y trabajamos con materiales, no se olvide. El diseñador se enfrenta a una tela sin forma de la misma manera que el escultor se enfrenta a una roca de mármol.

-¿Tiene tiempo para diseñar?

-Sí.

-Lo digo porque la Purificación García empresaria seguro que amenaza con devorar a la Purificación García diseñadora.

-Bueno, no tengo la libertad que tenía en 1980, cuando era capaz de hacer miles de cosas con cuatro telas. Ahora hay una empresa detrás y tiene que predominar ese sentido empresarial. Tengo un buen equipo y la vida me ha enseñado que yo sola como diseñadora no soy nadie. Puedes hacer cosas muy buenas, pero si no tienes quién las enseñe, quién las produzca, quién las venda... Si no hay gestión detrás, nada de nada. La gestión de empresa, y un poco de suerte, es lo que conduce al éxito.