Los 'Oscar' de la moda

El talento y la controversia de Karl Lagerfeld llegan al Met de Nueva York

Tanto la muestra como la gala, el evento que la editora de ‘Vogue’ Anna Wintour ha elevado hasta convertir en una de las las citas más exclusivas (y rentables para el Met) llegan rodeadas de controversia

Roger Federer y Anna Wintour en la inauguración de la exposición Met 2023 dedicada a Lagerfeld.

Roger Federer y Anna Wintour en la inauguración de la exposición Met 2023 dedicada a Lagerfeld. / Reuters

Idoya Noain

“La moda no pinta nada en un museo”. La cita es de Karl Lagerfeld, un hombre que siempre rechazó las retrospectivas. Y quién sabe si con un poquito de retranca o para curarse en salud, es la frase que Andrew Bolton, comisario jefe del Instituto del Vestido del museo Metropolitan de Nueva York, ha elegido para dar la entrada en la primera de las salas de ‘A Line of Beauty’, la exposición que la pinacoteca neoyorquina dedica del 5 de mayo al 16 de julio al diseñador alemán, a cuya inspiración rinde tributo también este lunes la famosa y exclusiva Met Gala en la que Penélope Cruz es una de la copresidentas este año.

Tanto la muestra como la gala, el evento que la editora de ‘Vogue’ Anna Wintour ha elevado hasta convertir en una de las las citas más exclusivas (y rentables para el Met) llegan rodeadas de controversia. Porque la tendencia que tenía Lagerfeld, fallecido en 2019, a hacer declaraciones polémicas le granjearon acusaciones de, entre otras cosas, gordofobia, misoginia y racismo y xenofobia, y ahora han creado también un oscuro nubarrón sobre el Met.

Si se le pregunta por ello a Max Hollein, el director del museo, asume que Lagerfeld “sin duda era un provocador”, pero defiende también que “es importante ver la exposición como una celebración de su arte, de su expresión creativa, y el alcance de su persona pública”. Y hablando de una figura prolífica que desarrolló una carrera profesional de 64 años y dejó su huella desde en Balmain, Patou y Chloé hasta en Fendi o Chanel, además de con su propia línea homónima, Hollein recuerda que “estableció un puente entre el arte y el comercio con sofisticación y, como diseñador sobresaliente, entendió que la moda es una forma de arte pero por otro lado es una forma de llevar un negocio y, también, de ser capaz de invadir a través del mundo comercial”.

Hollein, además, insta a “no olvidar que cuando se fundó el Met hace más de 150 años una de sus funciones era informar a los artesanos de la época de cómo hacer mejor arte, mejores textiles, mejores trajes...”. Y defiende que “una exposición como esta va con la identidad del museo”.

Líneas y dicotomías

El título de la muestra está inspirado en “El análisis de la belleza”, un tratado del siglo XVIII en que el artista británico William Hogarth identificó la línea de la belleza como una sinuosa. Pero con Lagarfeld también había líneas rectas. Y Bolton, el comisario, recordaba en la presentación a la prensa este lunes que en la mitología romana la intersección de una línea recta con una sinuosa es el símbolo de Mercurio, dios del comercio y la comunicación, “y Karl era en muchas formas la reencarnación de Mercurio”.

Abandonando el orden cronológico, y a través de una encantadora estructura laberíntica creada por el arquitecto japonés Tadao Ando, Bolton ha optado por organizar la exposición en nueve salas. Ahí, como si cada una fueran pequeñas cajas de muñecas, los maniquíes a distintas alturas muestran cerca de 200 creaciones elegidas de entre unas 10.000 que hizo Lagerfeld, exponiendo dicotomías: lo femenino y lo masculino, lo romántico y lo militar, lo rococó y lo clásico, lo artesanal y lo mecánico, lo histórico y lo futurista, lo canónico y lo contracultural, lo ornamental y lo estructural, lo floral y lo geométrico y lo figurativo y lo abstracto. Hay también una sala dedicada a “la línea satírica”, donde decenas de teléfonos móviles muestran a Lagerfeld riendo y algunos de los aforismos que ya se han tildado como “Karlismos”.“Veo en tres dimensiones”, dijo una vez Lagerfeld. Y pese a destacar también la trascendencia de bocetos que, como ha dicho Bolton, “parecen espontáneos pero para el ojo entrenado trasladan detalles precisos e instrucciones matemáticas”, la muestra no logra traspasar esa genialidad. Los bocetos ocupan un espacio mínimo bajo los maniquís. Y la exposición tiene un aire de bodegón inerte, pese a un par de vídeos donde se ve al diseñador dibujando, y a otros donde hablan las personas al frente de los talleres que realizaban ese traspaso desde las dos dimensiones del papel a las tres de la creación. Tampoco hay grandes puertas abiertas al carácter polifacético de Lagerfeld, también escritor, editor, fotógrafo o diseñador de interiores.

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