Club de Estilo
Patricia Eguidazu, experta en moda: "La adicción a comprar ropa es un problema como lo es estar enganchada a la cocaína o al alcohol"
La creadora del 'Método Triziazu', que enseña a mujeres reales a vestir y adquirir prendas de forma racional gestionando sus emociones, publica 'El día que dejé de comprar ropa' (Destino)

Patricia Eguidazu, en la Casa del Libro de Gran Vía, en Madrid. / XAVIER AMADO / EPC
Laura Estirado
No, no se engañen. Patricia Eguidazu (Madrid, 1985) sigue comprando ropa, pero a cuentagotas. Acaba de publicar 'El día que dejé de comprar ropa', en la editorial Destino, que en verdad podría haber incluido un "compulsivamente" en el título, para ser más exactos. Pero esa palabra es larguísima para una solapa, y la explicación la encontramos desde el primer párrafo del capítulo uno. Es una escena que cualquiera puede haber vivido. "No recuerdo exactamente el día. Sí recuerdo la última vez que hice una gran limpieza de prendas de Zara que jamás había utilizado. Me sentí mal. Miré las ocho bolsas de basura repletas y me invadió una angustia sin precedentes", describe en la introducción.
La autora, con más de 20 años en la industria de la moda, 15 impartiendo clases en grados de Diseño de Moda, consiguió librarse de la pulsión de comprar y comprar para calmar la ansiedad, matar el aburrimiento o por puro entretenimiento, y se desenganchó del mal que aqueja a muchas mujeres. Sí, mujeres, porque "los hombres compran objetos, cosas de ferretería, por Amazon, o artículos deportivos", según la autora, que ahora explica a otras compradoras sin ton ni son cómo dejar de hacerlo, y, de paso, a "tomar el control de su armario", "entender su silueta" y "sentirse mejor ante el espejo". Y no solo eso, también a poner, aunque sea muy chiquitín, su granito de arena para hacer algo más sostenible el sector textil, una de las industrias más contaminantes del planeta.
5 compras/año y 30 puestas
Para que cada uno se sitúe, lo ideal en personas adultas -los niños están excluidos- sería hacer cinco compras al año (un pantalón, un vestido, una camisa..., la ropa interior no sirve en este conteo), que a cada prenda le demos durante su vida útil un uso de unas 30 veces y que en nuestro armario no acumulemos más de 40 prendas (sin contar lo que se usa por menos tiempo, como ropa de la playa o para esquiar). "Lo ideal es que tu armario esté al 70% de su capacidad para que tú veas bien lo que tienes; si está a reventar no vas a utilizar una parte muy importante de la ropa. Es mucho mejor tener menos prendas y 'quemarlas' hasta que te canses de usarlas, se destrocen, las lleves a un punto de reciclaje o si aún están bien la vendas en la segunda mano", aconseja Eguidazu. Para ella, es lo mismo que en una despensa: "¿Para qué vas a comprar más latas de atún si aún no has gastado las que hay?".
"Cuando el 'low cost' llegó a nuestras vidas, las marcas y las tendencias desdibujaron nuestras siluetas y, por ende, nuestros armarios"
En 2021, la autora lanzó el 'Método Triziazu', cursos 'online' que hasta ahora han seguido 10.000 alumnas, mujeres reales a las que ha ayudado a vestir y adquirir prendas de forma racional gestionando sus emociones. "Casi todas llegaban con armarios con 150 prendas", cuenta. Y no por ello se sentían mejor. "Cuando el 'low cost' llegó a nuestras vidas, las marcas y las tendencias desdibujaron nuestras siluetas y, por ende, nuestros armarios. Hoy, muchos años después, consumimos por ansiedad, no controlamos lo que compramos, almacenamos sin fin, nos frustramos y seguimos con la sensación de no tener nada que ponernos más de la mitad de los días de la semana", describe.
"No es un chiste"
"La adicción a comprar ropa es un problema como lo es estar enganchada a la cocaína o al alcohol", recalca Eguidazu. Sin embargo, critica que socialmente no se ve mal: "La adicción a las compras es una adicción que a la gente le hace gracia, lo comenta en voz alta y entre risas. Pero si tú fueses adicta a algún estupefaciente, no lo irías diciendo porque sabes que es un síntoma de debilidad. Con las compras pasa lo contrario, a la gente le parece un chiste", lamenta la autora.
La industria, a juicio de Eguidazu, nos ha colado "invenciones para que sigamos corriendo en la rueda como hámsteres detrás de un consumo constante que ejecutamos buscando vernos mejor y tener prendas de todo tipo de ocasiones".
La verdad del cambio de armario
Por ejemplo, la del cambio de armario. Para la experta no es más que un subterfugio para "hacerte guardar las cosas, para que estén escondidas, y por ejemplo, en días como hoy que en Madrid nos hemos puesto a 20 grados, resulta que aún no has hecho el cambio de armario porque sabes que va a volver a jarrear a finales de semana, pues entonces dices 'necesito un 'top' o una camisa ligera', y zas, una compra. Y de repente, cuando en mayo o en junio, cuando cojas la ropa de verano, vas a encontrarte con tres 'tops'. Cuentan con eso, de ahí que en pretemporada es cuando más compras hay", sostiene.
"El concepto 'armario cápsula' es una engañifa. ¿Por qué demonios debo tener una camisa blanca si a mí las que me gustan son las azules?"
El remedio TriziaZu para reducir el número de prendas, es hacer que estas sean lo más versátiles posibles. Su método incluye la versatilidad horizontal, prendas que valen para más de un tipo de ocasión; versatilidad vertical, las prendas que combinan con varias cosas de tu armario; y la transversal, las que sirven para todo o casi todo el año. "Este ejercicio elimina del pensamiento todas o casi todas la prendas que son tendencia, las que te pones una vez y no vuelves a utilizar", asegura.
Lo mismo sucede con el concepto 'armario cápsula', para ella, "una engañifa". "¿Por qué demonios debo tener una camisa blanca si a mí las que me gustan son las azules?", sintetiza.
Fuente de frustraciones
Intentar encajar en las prendas y las tendencias del 'fast fashion' puede convertirse en una "fuente inagotable de frustraciones", asegura "¿Cuántas veces puede llorar una mujer en un probador? Demasiadas. La consumidora tiende a problematizar su armario y el hecho de vestirse, una tarea ardua que la lleva a culpar y odiar su propio cuerpo". A los 35 años la autora comprendió que el problema no está en nuestros cuerpos, sino en "los patrones mal hechos de las marcas", por lo que destaca la importancia de conocer bien nuestras medidas para encontrar ropa que nos haga sentir bien independientemente de la talla.
"Seguir comprando en marcas que patronan tan mal que son capaces de despertar corrientes de odio hacia partes de tu cuerpo que a ti no se te habían ocurrido quizá es premiarlas por hacer las cosas mal y perpetuar que sigan haciéndolas mal", remata.

'El día que dejé de comprar ropa'
Autora: Patricia Eguidazu
Editorial: Destino
Páginas: 221
Precio: 19,90 €
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