Hacer ejercicio, no comer demasiado, ser buena persona, tener buenos amigos y mantenerse socialmente abierto son, a juicio del científico Santiago Grisolía, algunas de las claves para envejecer en las mejores condiciones.

Grisolía, que en enero cumplirá 94 años, ha participado hoy en la jornada "Envejecer exitoso", organizada por la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados (FVEA) de la que es secretario vitalicio y donde ha intervenido con la ponencia "Qué bello es vivir".

E¡l profesor y científico valenciano, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1990, ha destacado que para alimentarse no necesita "grandes cosas" y suele comer un plato de lentejas o alubias y cenar un hervido o un trozo de pescado.

Asegura que duerme una media de nueve horas y hace ejercicio, aunque considera que también para envejecer con éxito es muy importante "tener buenos amigos y mantenerte socialmente abierto".

Durante su intervención en la jornada ha destacado que actualmente ya se plantea que el límite vital del ser humano puede estar en torno a los 150 años.

Además, ha considerado que si se alargara la esperanza de vida "cabe pensar que se vivirá bien la mayor parte de esos años" y los problemas de salud graves se darían "en el último tramo de la existencia".

El marqués de Grisolía ha señalado que las mujeres viven una media de diez años más que los hombres y, respecto a la duración de la vida, ha señalado que el caso de la persona más longeva que se conoce es una que vivió hasta los 126 años.

También ha subrayado la importancia de mantenerse "lo más activo posible" para luchar contra la osteoporosis, un problema que afecta especialmente a las mujeres, así como "restringir las calorías en la alimentación".

El científico valenciano ha puesto ejemplos como el de Rita-Levi Montalcini, premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1986, que murió a los 103 años; y Olga Kotelko, que comenzó a hacer ejercicio a los 77 años, ganó más de 500 medallas lanzando jabalinas y murió a los 97.

También se ha referido a la enfermera californiana Marge Jetton, que murió a los 101 años y entre su rutina diaria tenía pedalear varios kilómetros diarios y levantar 2,2 kilos de peso; y a Kamada Nakazato, de 102 años, en constante contacto con su familia y amigos.

El jefe de la Unidad del Sueño del Hospital de la Ribera, Francisco Javier Puertas, quien también ha intervenido con la ponencia "La importancia del sueño en el anciano", ha destacado que el sueño "se deteriora con la edad".

"Es cierto que no se duerme igual cuando uno es mayor que cuando es más joven, pero hemos introducido en los hábitos de vida algunas circunstancias que alteran el sueño y generan un círculo vicioso, donde los hábitos y las costumbres de la gente mayor hace que se duerma peor y tenga una peor calidad de vida", ha dicho a EFE.

Puertas ha destacado la necesidad de introducir ciertos hábitos en la alimentación, la actividad física y la relación social, y si uno no se puede mover, "que desayune en el mejor lugar de la casa y sea visitado por sus familiares y amigos a lo largo del día".

Otro de los participantes ha sido Javier Menéndez, del Instituto Catalán de Oncología, para quien los conceptos de envejecimiento y cáncer son "dos caras de la misma moneda" porque "comparten las mismas bases moleculares".

"La idea que subyace detrás es que a nivel incluso de salud tenemos que cambiar la idea de que podemos tratar todas las enfermedades de envejecimiento de forma individualizada", ha señalado a EFE Menéndez, quien considera que el sistema de salud "va a ser imposible que lo sostenga" .

A su juicio, llegará un momento en que "cambiemos de paradigma y empecemos a tratar a todas las enfermedades según las bases moleculares del envejecimiento, y sería posible tratarlas todas a través de una misma estrategia terapéutica".