Cuando el Valencia se interesó por Simone Zaza, el por entonces entrenador del equipo, Cesare Prandelli, aseguraba que no se le requería solo como una solución goleadora. "Nos va a venir bien sobre todo por el carácter", sostenía el técnico, reafirmando la etiqueta que siempre ha acompañado a Zaza en la elite.

El delantero con "grinta", la palabra específica usada en el fútbol italiano para definir la decisión y la agresividad para afrontar un compromiso, un partido o un adversario. Sin duda, el temperamento del atacante de Metaponto es indispensable para definir su fútbol y explicar la reconciliación emocional entre Mestalla y su equipo. Pero no hay que detenerse en ese decorado. En el Valencia, Simone Zaza está descubriendo una puntería finísima. De sus 13 disparos a puerta, 10 han acabado en gol. No seguirá la racha este fin de semana en Eibar, por sanción.

A punto de cumplir su primer año en Valencia, Mestalla ha cambiado la vida de Simone. Cuando aterrizó en la ciudad, Zaza llevaba ocho meses sin marcar un gol. Concretamente desde el 1 de mayo de 2016, cuando anotó el segundo gol de la Juventus contra el Carpi. A partir de entonces, la historia es conocida.

El estigma del fallo del penalti decisivo que elimina a Italia en la Eurocopa y la inadaptación a los meses de lluvia y suplencia en Londres con el West Ham. «Más que goles, necesito paz mental», reconocía a Levante-EMV en enero, nada más ser fichado.

Con la confianza de Voro desbloqueó la sequía anotadora, con seis goles. Y Marcelino, desde la base de una pretemporada, ha sabido limar sus excesos -faltas, protestas, dispersión táctica- para centrar su cabeza en el área. Así, y con el acompañamiento de dos compañeros en posiciones de remate, Zaza ha mejorado de forma espectacular su promedio goleador. Mientras que la media de delanteros del campeonato lleva acumulada una media de 7'5 disparos a puerta, Zaza tiene casi el doble, 13.

Estabilidad y variedad táctica

A base de goles, Simone Zaza ha ido remontando tópicos que le han acompañado durante su carrera. Con un titularidad fija, se ha demostrado que ya no es el jugador exclusivamente utilizado como el último y desesperado recurso de balonazo vertical, para levantar resultados adversos. Una fama que había quedado fijada en los dos equipos «grandes» en los que había militado: la Juventus y la selección italiana.

En Mestalla, Zaza ha afilado su remate de primeras pero ha enseñado muchas más variantes. El juego de espaldas, un notable control orientado y hasta capacidad de regate. Contra el Celta, Zaza marcó en uno de sus argumentos que menos le distingue. pese a su envergadura, el gol de cabeza.

Como valencianista, Zaza también ha descubierto los beneficios de la estabilidad. Con 25 años, había llegado a militar hasta en diez distintos equipos, en una etapa tan decisiva como la formación de un futbolista. La regularidad en la Liga le ha quitado el apetito, habitual en los jugadores italianos en campeonatos extranjeros, de volver pronto al Calcio. Su eficacia goleadora evoca a nombres míticos. En la historia moderna del club, solo Kempes y Villa habían marcado 10 goles en 15 jornadas.