En muchas ocasiones habrás escuchado o te habrán recomendado que huyas de las personas "tóxicas". Se trata de aquellas que transmiten emociones negativas o actúan de forma egoísta, intentando sacar partido de cada acción, que incluso disfrutan viendo cómo a otros les va mal. En nuestro círculo de amistades habitualmente podemos hacer la elección de alejarnos o no, pero en entornos como el del trabajo puede ser realmente complicado convivir con ellas dado que debemos pasar muchas horas juntos y puede afectar a nuestra productividad. ¿Sabes detectarlas?

Como explica Carmen Sánchez, CEO de Intelema, empresa especializada en inteligencia emocional en empresas y organizaciones, uno de los primeros perfiles es el charlatán. Indica que son personas "que no paran de hablar con discursos vacíos de contenido. Tampoco escuchan a nadie. Son gente que siempre piensan que lo saben todo de todo y que tienen la razón". Para Sánchez, estas personas son más ´peligrosas´ ya que pueden generar "dependencia en aquellas personas tímidas, que suelen refugiarse en los más locuaces". "Este tipo de relaciones son muy tóxicas ya que se están relacionando -sin saberlo- desde el ego: el ego sabelotodo y el ego miedoso", añade.

Otro perfil es el del victimista. Como cuenta Carmen Sánchez, "para estas personas su vida es un drama, todo lo peor les pasa a ellos, son víctimas de todos y el mundo les trata mal". Explica que "este tipo de personas se suelen relacionar con aquellos perfiles capaces de ayudar y resolver cualquier tipo de problema". Es un juego inconsciente en el que este tipo de personas siempre encuentran a ese otro que les orienta. Sin embargo, siempre pondrá pegas, dirá que no lo puede hacer. El compañero resolutivo le volverá a dar una solución y el "victimista" vuelve a decir que es inviable, descargando sus problemas sobre el otro.

Por su parte, el fisgón está todo el día comparándose con los demás. "Son personas que evitan conectar con su propia personalidad y tapan al resto quiénes son. Se pasan el día mirando a los demás, con el propósito de juzgar, criticar o ponerse la medalla", cuenta la CEO de Intelema. "Su pasión es echar por tierra al resto, querer imitar y tratar de hacer creer que son el mejor", apunta Sánchez.

Por último, el adulador intenta agradar al mundo constantemente. "Te dirán que lo que tú quieras, cuando tú quieras, como tú quieras, que lo hace ahora mismo€y en realizad están en Babia", cuenta Sánchez. "Durante un tiempo te hacen creer que son maravillosos, resolutivos, ingeniosos, se venden muy bien tienen una palabrería asombrosa... pero hacen perder mucho tiempo al resto, se disfrazan de maravilla y entretienen a cualquiera". "Son auténticos actores", sentencia.