El ajo mejora la circulación de la sangre, es un buen antibiótico natural, es bueno para el hígado, es un buen descongestionante, cuida el aparato digestivo y la piel, reduce los niveles de colesterol, eleva las defensas y protege de muchas enfermedades. El ajo, de ahí que se conozca como un tratamiento espantaenfermedades por la antigua creencia de que ahuyentaba no solo a vampiros sino también cualquier epidemia o dolencia, es uno de los remedios medicinales más utilizados.

No se trata, eso sí, de comer una cabeza de ajos cada día, ya que con uno solo es suficiente. Una de las bondades más inminentes es que las digestiones se realizan mucho mejor. La clave está en el equilibrio y en conocer nuestro cuerpo.

Consumir un ajo en ayunas, por ser rico en vitamina B, reduce los niveles de homocisteína, sustancia responsable de endurecer los vasos sanguíneos. Es decir, que su ingesta reduce la posibilidad de que se produzcan coágulos, también fortalece el sistema inmunológico, ayuda a curar infecciones leves, favorece la cicatrización de heridas y es bueno en gripes y resfriados.

El ajo es un buen desintoxicante y ayuda a depurar toxinas y eliminar parásitos. Como una de su virtudes es la de desinflamar, es recomendable si se sufre del hígado graso. Y es que, si una mañana te levantas con los ojos inflamados, la cara hinchada y con mal sabor de boca, un ajo puede ser de gran ayuda. Si sufres de sinusitis puedes hacer vahos ya que el ajo es un buen antibiótico natural para tratar problemas pulmonares.

Tomar cada día en ayunas un diente de ajo seguido de un vaso de agua permite tener una piel bella, tersa y más joven porque es rico en antioxidantes lo que permite proteger y regenerar la piel. El ajo estimula la renovación celular y combate el acné.

Cuidado, porque es un anticoagulante natural, si tomas ya algún medicamento con este fin, si tienes problemas de sangrado o si padeces hipertiroidismo por su alto contenido en yodo así como si tomas algún tipo de medicación para el corazón.