Algunas enfermedades, como el cáncer de colon, de pulmón, las enfermedades cardiovasculares y la depresión, que afectan a millones de personas en España, se investigan relativamente poco en nuestro país. Esta es la principal conclusión del estudio ¿Responde la investigación a las necesidades de salud?, publicado por el Observatorio Social de "la Caixa".

En este estudio, Ismael Ràfols (INGENIO CSIC-Universitat Politècnica de València) y Alfredo Yegros (Universidad de Leiden, Holanda), analizan los esfuerzos de la investigación biomédica y observan importantes desigualdades entre el esfuerzo investigador en algunas enfermedades y las necesidades sanitarias de la población. Ante estas diferencias los investigadores proponen una redefinición de prioridades.

El informe compara la carga de una enfermedad (medida como años de plena salud perdidos) con el esfuerzo dedicado a investigarla (medido por las publicaciones que genera). A escala estatal, los tumores malignos representan el 20,6% de publicaciones con una carga de enfermedad que supera el 24,4%, debido a la alta carga de enfermedad de los cánceres de colon o de pulmón. Asimismo, las enfermedades cardiovasculares también aparecen como relativamente infraestudiadas al recibir un 10,2% de las publicaciones pero suponer un 17,1% de la carga de enfermedad. Lo mismo sucede con las enfermedades mentales y los trastornos de conducta, con una carga de enfermedad del 14,3% y un 8,5% de las publicaciones.

Además, los autores ponen el foco, dentro de los grupos de enfermedad, en las diferentes patologías. Así, el ictus, el Alzheimer, la depresión y la diabetes son enfermedades que podrían requerir un mayor esfuerzo investigador. A pesar de todo, Ràfols y Yegros observan que en los países de renta alta se da una correlación "imperfecta pero significativa", entre la carga de enfermedad y las iniciativas de investigación.

Por otro lado, se observa una menor correlación a nivel mundial: las enfermedades infecciosas y parasitarias, las cardiovasculares, las respiratorias y las neonatales tienen una gran carga en comparación con el volumen de publicaciones. Estas diferencias pueden interpretarse como una falta de investigación en enfermedades como malaria o dengue, o como una falta de implementación y atención sanitaria, por ejemplo en enfermedades neonatales.

Como señalan los autores, "el hecho de que el 90% de la investigación del mundo se produzca en países desarrollados hace que las iniciativas de investigación mundiales encajen más con las necesidades sanitarias de las sociedades ricas que con las del conjunto del mundo". Por ello, en España enfermedades como la tuberculosis o la malaria figuran como patologías relativamente sobreinvestigadas para lo que necesita el país, cuando en el mundo aparecen como patologías de elevada carga de enfermedad y poca investigación.

Los autores explican que hay poderosas razones para que los países de rentas altas contribuyan más a investigación en salud mundial, como la equidad sanitaria y la propia globalización de las enfermedades.

Ràfols y Yegros apuntan, además, que no se trata sólo de que la I+D se ocupe de las necesidades sanitarias más urgentes, sino que las estrategias elegidas también sean las más apropiadas para afrontarlas. Por ello, señalan que en la priorización de investigación habría que tener en cuenta muchos otros factores, como el gasto en medicinas por enfermedad, o la disponibilidad de terapias ya eficaces.

Como ejemplo de actualidad, se preguntan cómo debería abordarse la obesidad, una epidemia creciente con importantísimas repercusiones en la salud pública y de los individuos. Señalan que, si hay que escoger prioridades en función de la eficiencia tanto para prevenir como paliar la enfermedad, habría que investigar con mayor intensidad los factores sociales y psicológicos relacionados con la industria alimentaria, las pautas de consumo y el sedentarismo, aún antes de promover el conocimiento biológico o mejorar enfoques terapéuticos como la cirugía.