Nadie mejor que él para hablar sobre los efectos que esta larga cuarentena pueden tener en quienes descuiden su rutina por permanecer encerrados en casa. Experto de prestigio internacional, aconseja mantener nuestra vidas en orden, aunque reconoce que ciertos trastornos del sueño son lógicos.

No, no vamos a salir 'locos'. Casi con total seguridad, la cuarentena por el coronavirus no va a robarnos la cordura, aunque es muy probable que, si no aprendemos a ser un poco ordenados en estos días raros, el confinamiento haga mella en nosotros desde un punto de vista psicológico - a nadie se le escapa que esta crisis sanitaria puede generar, directa o indirectamente, estrés y ansiedad en según qué personas - y, especialmente, fisiológico.

Por eso, cuando afrontamos el ecuador de esta segunda semana de confinamiento, LA OPINIÓN se ha puesto en contacto con Juan Antonio Madrid, director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia (UMU) y una eminencia internacional en el estudio de los 'ritmos circadianos', que hacen referencia a los cambios biológicos, neurológicos o del comportamiento que sirven para sincronizar la adaptabilidad del organismo a los cambios del medio. Y, desde luego, el encierro, la pérdida de rutinas, el mal tiempo y el inminente cambio de hora son motivos suficientes como para que más de uno tenga el sueño alterado...

- Se está atendiendo mucho a los aspectos económicos y, por supuesto, sanitarios, de esta crisis, pero igual no tanto a las repercusiones psicológicas y, en este caso, fisiológicas. Porque imagino que este 'encierro' afecta y no poco a nuestro reloj interno...

- Sin duda. Las implicaciones sanitarias y económicas son las que más nos preocupan en este momento; sin embargo, existen otras consecuencias, asociadas a la cuarentena, sobre las que sí que podemos actuar eficazmente desde ya y que pueden ayudarnos a reforzar nuestro reloj interno, con sus consiguientes beneficios sobre el sueño, el sistema inmunológico y nuestro estado de ánimo. Piensa que hay una parte importante de la población -en la que se incluyen todos los niños y adolescentes y personas mayores- que, además de sufrir la angustia y preocupación lógicas por la situación que están viviendo, se enfrenta a una cuarentena en la que se ven encerrados entre cuatro paredes, sometidos a un bombardeo de noticias brutal y, seguramente, pasan los días abusando del uso de las pantallas y sin los horarios de trabajo, clase o actividades sociales que diariamente les ayudaban a mantener en buen funcionamiento su reloj biológico.

- Usted, que algo sabe del tema, es de los que defiende que hay que dormir «lo suficiente». Me planteo dos cuestiones ante esta situación... Le hago la primera: ¿Esto es todavía más importante ante el confinamiento o, al gastar menos energía, podemos ser algo más flexibles?

- Dormir lo suficiente significa que hemos de dormir el tiempo que nos permita permanecer activos durante el día sin sentirnos somnolientos o cansados sin una causa que lo justifique. En una situación de cuarentena, en la que ya no tenemos que correr por la mañana para no llegar tarde al trabajo, si lo hacemos bien, nuestro cuerpo tiende a autorregularse y acabaremos durmiendo el tiempo que necesitamos y en el momento más adecuado. Sin embargo, si abusamos de las pantallas antes de dormir, o no nos imponemos una autodisciplina para mantener unos horarios de sueño, ejercicio y comida regulares, el reloj biológico puede desorganizarse. Esto se traduce en problemas no solo para dormir, sino que también puede hacer que aumentemos de peso y que nuestro ánimo se caiga por los suelos.

- Por otro lado -aunque muy relacionado con la pregunta anterior- quizá haya gente a la que esta situación le genere ganas de dormir más (de levantarse más tarde, de echarse sientas más largas...). ¿Debemos evitarlo? ¿Es igual de malo dormir mucho que dormir poco?

- Por supuesto. Los días nublados y lluviosos como los que estamos viviendo, unidos al desánimo y a la pérdida o relajación de muchas de nuestras obligaciones, pueden hacer que algunas personas tiendan a dormir más de lo que necesitan, sobre todo durante el día. Y sabemos que la vitalidad y la longevidad se resienten en las personas que duermen demasiado poco, pero también en las que duermen mucho. En este sentido, las siestas de larga duración son las que peor efecto tienen, por ejemplo: no solo perjudican el sueño de la noche, sino que también afectan negativamente a nuestro metabolismo.

- Le preguntaba todo esto porque habrá notado que hay mucha gente diciendo que tiene problemas para dormir estos días... ¿Le ha pasado a usted también?

- Mira, por mi trabajo, me llega información de personas que saben organizar perfectamente su tiempo, pero también de casos, especialmente de padres, que viven preocupados y condicionados por los horarios caóticos de sus hijos. Yo, personalmente, trato de organizar lo mejor posible mi tiempo, equilibrando el trabajo con la actividad física y con un tiempo de descanso y meditación.

Pero es totalmente lógico que muchas personas hayan visto alterado su sueño en estos días. Nadie es ajeno a las preocupaciones y ansiedad que esta situación de incertidumbre genera. Por tanto, vaya por delante que, hasta cierto punto, debemos considerar normal este efecto. Sin embargo, para aquellas personas que estamos todo el día encerradas en casa, podemos aprovechar este tiempo para desarrollar estrategias que podemos agrupar en tres campos: promover hábitos de vida saludables, controlar la información que recibimos y plantear objetivos diarios que nos ayuden a mejorar como personas.

- ¿Cómo cree que puede afectar esta situación, por ejemplo, al personal sanitario de nuestra Región, con el desgaste físico y mental que acumulan?

- En este momento, el personal sanitario debe ser el centro de nuestra atención y admiración. A las largas jornadas y turnos de trabajo han de unir el desbordamiento de las unidades de cuidados intensivos, el miedo a quedar contagiados y no poder seguir prestando sus servicios, y la tragedia que representa la pérdida de un paciente. Todo ello en condiciones de trabajo que, en ocasiones, son muy precarias. Espero que cuando todo esto pase -que pasará- nos tomemos la sanidad pública mucho más en serio... Y lo que ocurre con los sanitarios quiero hacerlo extensivo a otros colectivos (transportistas, fuerzas de seguridad, investigadores, informáticos, agricultores, dependientes de farmacias, tiendas y supermercados...) que también están sometidos a un gran desgaste físico y emocional. Todos ellos permiten que una gran parte de la población pueda permanecer en cuarentena. Lo mínimo que podemos hacer por ellos es respetarla estrictamente.

- ¿Algún consejo para ellos en particular, doctor?

- En estas condiciones, es importante mantener esas pequeñas rutinas que nos tranquilizan cuando las cosas van mal y nos hacen centrarnos en el momento presente. Hay que tratar de mantener la máxima regularidad en medio de una situación tan cambiante e imprevisible como esta. Por nuestra parte, cada tarde, a las ocho, el inmenso aplauso colectivo, que ya forma parte de nuestras vidas, debe servir para que todos seamos conscientes de su esfuerzo y les agradezcamos el gran papel que están jugando en esta crisis.