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¿Qué hay diferente en esta tercera fase de la enfermedad respecto a la segunda?

Las claves de la “ola monstruo” que amenaza a España

¿Qué hay diferente en esta tercera fase de la enfermedad respecto a la segunda?

El paradigma ha cambiado claramente respecto a la segunda ola. Mientras que después del verano, en España, la pandemia se desarrolló a ritmos distintos en cada comunidad autónoma, esta tercera ola ha impulsado los contagios en un imparable “todos a una” que convierte al conjunto del país en un peligroso foco. ¿Qué hay diferente en esta tercera fase de la enfermedad respecto a la segunda? Un hecho diferencial: las Navidades.

La tercera ola nace, sin riesgo de dudas, de un escenario de alta transmisión como han sido los encuentros familiares y sociales asociados a las fechas navideñas. Ese hecho ha sido común a todas las comunidades autónomas y ha supuesto un disparo en la carrera del virus por contagiar al máximo de personas posibles. Esa situación no se producía en la segunda ola. Cada comunidad autónoma salía homogéneamente del confinamiento decretado por el Gobierno de España, pero lo hacía en condiciones diversas. Por ejemplo, la incidencia en Madrid era mucho mayor que en Asturias. Eso hizo que Madrid (por poner un ejemplo) presentase una segunda ola más anticipada que la asturiana.

Utilizando un símil en acústica, las ondas de las diferentes comunidades autónomas están en fase; es decir, ocurren de manera sincronizada, elevando el parámetro medio que supone la incidencia en el conjunto del país. El Gobierno central se vio favorecido en la segunda ola por el hecho de que la subida y bajada de los contagios fuese una montaña rusa en los diferentes territorios. Cuando algunos subían, otros aún permanecían bajos o estaban en descenso, por lo que la media del conjunto del país se mantenía más estable. Eso no sucede en esta situación: el unánime comportamiento en todos los territorios convierte la pandemia en una situación global, de ahí que las comunidades autónomas exijan al ministro Salvador Illa una respuesta también global.

La tercera ola de la pandemia de covid-19 en España va camino de convertirse en una espantosa “ola monstruo”. No es una situación excepcional, porque sigue un comportamiento que se está registrando en el conjunto de Europa. Tal es la situación que se han avivado las reclamaciones por parte de las comunidades autónomas para que sea el Ministerio de Sanidad el que tome las riendas, decretando bien un confinamiento domiciliario global (más suave y matizado que el de marzo) o cambiando las restricciones establecidas en el decreto de alarma, para permitir a las comunidades autónomas establecer un toque de queda más estricto.

Ganar tiempo para la vacuna

En realidad, el combate de la tercera ola no es más que una batalla contra el reloj. Mientras la escalada de contagios crece, las autoridades intentan como sea frenarla en la confianza de que la vacunación pueda suponer un aliado que atenúe las consecuencias médicas de la infección. Mientras que las comunidades autónomas creen que no pueden colocar ya más diques de contención, por lo que piden la intervención del Estado, el ministerio de Sanidad confía en capear el temporal hasta que los efectos de la vacuna puedan resultar relevantes.

“Ola gigante”, evidencia clara

Pese a que resulta sencillo entender el mecanismo que lleva a la creación de “olas gigantes” en alta mar, estas han sido esquivas. La primera evidencia científica confirmada de una monstruosa ola se produjo en 1995, la denominada “ola Draupner”, en el Mar del Norte. Poco después, ese mismo año, el capitán del RMS Queen Elizabeth 2, refirió que en plena tormenta en el Atlántico Norte se encontró con un enorme muro de agua de unos 29 metros de altura que “surgió de la oscuridad” y que se asemajaba a “los acantilados blancos de Dover”.

No hay que irse tan lejos: el 24 de enero de 2009, la boya Augusto González de Linares, situada mar adentro en el Cantábrico frente a la ciudad de Santander, registró una ola de más de 26 metros de altura durante un temporal. Más próximamente, en 2014, la red de boyas de Aguas Profundas de Puertos del Estado constató la formación de una ola de 27,81 metros de altura en Cabo Vilano, en las costas gallegas, durante los duros temporales del invierno de ese año.

¿Estamos ante una “tercera ola gigante”? No hay duda, basta contemplar el horizonte que muestran los datos del covid en España y en las distintas autonomías. Nunca la incidencia alcanzó cotas tan elevadas, al mismo tiempo y en todas partes. La tercera embestida del virus es monstruosa.

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