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Entra en quirófano la gallega con corazón de piedra

Sara Viéitez, en la habitación del hospital

Cuarenta y cuatro días después de meterla en la lista de espera para el trasplante, la moañesa con el corazón de piedra entró este miércoles en quirófano para recibir uno que bombee bien y le permita recuperar calidad de vida. Sara Viéitez, de 26 años, tiene planes para cuando salga: después de ganar fuerza y capacidad física con deporte, reunirse con todos a los que quiere: “Solo quiero verlos y que me vean bien, sonriendo y siendo feliz”.

Sara padece una enfermedad hereditaria e inusual que hace que las fibras el corazón sean muy rígidas y no pueda impulsar bien la sangre al resto de órganos. Desde hace un año, se debilitó tanto que llegar al baño se convirtió en “deporte olímpico”.

Esta paciente de Povisa no se esperaba que la llamaran tan pronto para el trasplante. Lo hicieron este miércoles a las 16 horas. Hacía cuatro días que le habían dado la última alta hospitalaria y estaba preparando una mudanza para la casa de su madre, en Oleiros. Y su madrina le iba a preparar para hoy un táper de almejas a la marinera. “Porque no las voy a poder tomar en mucho tiempo por la medicación del trasplante. Y es algo que me encanta”, escribe a través del móvil, ya en el Hospital de A Coruña, durante los preparativos para la intervención. Lo tendrá que posponer.

La operación será larga. No pueden precisarle cuántas horas serán, pero tiene como referencia la experiencia de su padre, con el que tardaron 8 horas. Su padre padecía la misma enfermedad y, aunque también le hicieron un trasplante, como su diagnóstico llegó más tarde, sus órganos ya habían sufrido muchos achaques y acabó falleciendo.

El pronóstico de Sara es “excelente si el trasplante llega lo antes posible”, decía hace dos semanas la cardióloga que lleva su caso en Povisa, la doctora Aida Escudero.

Minutos antes de empezar la operación, Sara no estaba nerviosa. Ya lo había estado antes. Sabe que, cuando salga, va a estar “muy limitada”.

Tras hacer deporte y ganar fuerza, con precauciones, quiere ver a la gente que quiere. “Va a ser un chute de felicidad importante”, resalta. “Me siento muy afortunada, segura y tranquila y eso deriva mucho de la gente que me rodea. Por suerte tengo una familia increíble. Mi madre, mis hermanos y mis padrinos han sido siempre un pilar fundamental. Y después tengo unos amigos que valen oro. Y solo quiero poder verlos y que me vean bien. Sonriendo y siendo feliz”, concluye antes de entrar a quirófano.

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