Quien está a dieta o ha estado alguna vez en su vida sabe que hay alimentos sobre los que pesa una terrible leyenda negra. Son alimentos que hagas lo que hagas engordan. Y son alimentos que irremediablemente forma parte de nuestra dieta diaria. Renunciar a ellos supone renunciar a una parte muy importante de la gastronomía y, por qué no, también del placer de comer y sentarse a la mesa. El pan, la pasta y la patata son algunos de estos parias de la alimentación sobre los que pesa el cartel de alimentos prohibidos si se quiere perder peso.

Sin embargo, hay formas de cocinar algunos de estos productos que convierten un cohete de calorías en una aliado para la dieta. Es el caso de las patata. Sí, la patata. Existe una forma de cocinarla para lograr que no engorde. En realidad, este tubérculo no engorda. De hecho, es uno de los alimentos con menor aporte calórico, con apenas 80 calorías por cada 100 gramos.

Y entonces a qué se debe esta mala fama. Las virtudes de la patata pueden verse eclipsadas por el proceso de elaboración que elijamos. Esa es la clave para lograr que la patata engorde o no y también para determinar el número de calorías que acaba teniendo.

Freír las patatas una de las elaboración más sabrosas pero también la que más calorías conlleva

La fritura

Es, sin duda, una de las elaboración más sabrosas pero también la que más calorías conlleva. Una buena fritura en aceite de oliva convierte en una patata en un plato muy sabroso pero también en una alternativa mucho más calórica. Algunos estudios confirman que el proceso de fritura otorga a la patata una media de 300 calorías más.

La forma más saludable de cocinar la patata

Ya hemos visto que la combinación de aceite, fritura y patata tiene como resultado un plato muy sabroso pero cargado de calorías. Por contra, existen otras formas de cocinar la patata sin añadir estas calorías extra. En primer lugar podemos recurrir a la cocción en agua o al vapor. Es, sin duda, la forma más saludable de incluir patatas en nuestra dieta. El tubérculo mantiene intactas sus grandes ventajas nutricionales sin sumar calorías. Fibra, alto contenido en agua y un índice glucémico bajo.

Otra buena forma de cocinar la patata es al horno o asada. La clave es no incluir aceite durante al proceso. Al igual que con la patata cocina, es mejor añadirle aceite crudo.  Una patata cocida o asada contiene unas 110 kilocalorías, es decir, un contenido energético inferior al que aportan, por ejemplo, el arroz o la pasta cocida.