El regreso a una vida más natural y la consecución de unos hábitos saludables es uno de los grandes retos de la sociedad actual como un modo de prevenir muchas enfermedades evitables y que erosionan la calidad de vida de una población cuya esperanza de vida va en aumento. Sin embargo, esta necesidad convertida en obsesión ha dado lugar a un nuevo trastorno de la alimentación de difícil diagnóstico y tratamiento.

La ortorexia consiste en una obsesión enfermiza por lo que se consideran alimentos saludables, alejados de cualquier tipo de elementos químicos o procesamiento que los 'adulteren'. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la ortorexia afecta hasta al 28% de la población de los países occidentales.

Según explica la doctora Rosa Calvo, responsable de la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Hospital Universitario La Paz de Madrid, el trastorno es de difícil diagnóstico ya que las personas que lo padecen consideran que están actuando de la forma correcta y que los demás están equivocados.

La doctora Calvo señala que estas personas están enfermas porque sufren una obsesión excesiva por la comida sana lo que implica que todos sus recursos cognitivos, emocionales o económicos se centran en conseguir comer sólo los alimentos que consideran sanos. Comer así se convierte en una verdadera obsesión que ocupa todos los ámbitos de la vida.

Estas personas intentan a toda costa consumir en su día a día alimentos que en el caso de los vegetales o frutas han sido producidos de forma ecológica, evitando pesticidas o abonos químicos, o bien productos cárnicos de animales criados de determinada forma ya sea a través de alimentación, condiciones de vida o uso de antibióticos para controlar sus enfermedades.

En lo referente a la comida precocinada, si la toman, tienen en cuenta que en su preparación no existan conservantes ni aditivos o no se hayan empleado, por ejemplo, aceites tropicales o que no pasen de determinadas cantidades de grasa. Lo común es que si tienen que consumir algo fuera de sus casas lo lleven consigo.

La calidad de vida de las personas que padecen este trastorno de la alimentación se va deteriorando progresivamente, señala Calvo, ya que todo su esfuerzo se dirige a llevar una dieta que consideran sana, dejando de lado otras esferas de su vida como las relaciones sociales o incluso su vida laboral.

Se llega a situaciones de aislamiento, añade la especialista, ya que normalmente no van a comer con nadie y así se evitan las comidas en restaurantes o bares e incluso en el ámbito familiar pues no cumplen con las cualidades exigidas por la persona enferma.

Además, la tendencia a restringir el consumo de alimentos lleva a situaciones de desnutrición y carencias en nutrientes básicos como vitaminas u oligoelementos o a cuadros anémicos y de cansancio excesivos.

Famosos y alternativos

Según señala Calvo, existen a grandes rasgos dos grupos de personas en las que el trastorno se ha hecho más común y patente, por un lado actores, cantantes y personajes famosos que se han declarado públicamente seguidores de este tipo de alimentación y otras personas 'anónimas' que han focalizado su vida hacia un tipo de alimentación y costumbres alternativos que consideran más sanos como los seguidores de dietas vegetarianas, veganas o macrobióticas.

La experta añade que son trastornos que a menudo subyacen a otros como los de la anorexia, más presente en mujeres, y la vigorexia, en varones. Este último trastorno también ha ido en aumento en los últimos años y se asocia a un culto al cuerpo y al estado físico perfectos que puede ir acompañado por la necesidad de seguir esta alimentación también 'perfecta'.

La sensación de superioridad que se genera en los adultos que sufren de la patología, por lo general de un nivel socioeconómico alto, hace también extremadamente difícil que se trate una enfermedad que para estas personas es una 'virtud' en sí misma. Por lo general, indica Calvo, es algún miembro de la familia el que presiona al paciente para que busque ayuda.

El problema está en que este deseo de vivir de la forma más saludable posible se sale del equilibrio adecuado y se convierte según la especialista en el referente existencial de la vida.

"El drama es confundir los instrumentos que existen para conservar la salud con el propósito vital, lo que lleva a estas personas a sufrir una gran ansiedad y vacío al enfrentarse al problema", aclara Calvo que concluye que los pacientes se encuentran con un planteamiento existencial profundo a resolver cuando tienen que superar el trastorno.