La leche materna cuenta con unas características a nivel bioactivo y de composición que actúan de manera muy positiva en la prevención de enfermedades, crecimiento y desarrollo para los bebés prematuros en las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN).

Así lo asegura Paula Meier, investigadora del Rush University Medical Center de Chicago (Illinois, Estados Unidos) y experta en lactancia materna, que hoy lunrd participa en València en el simposio "El uso de la leche materna de la propia madre en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN)".

El simposio ha sido organizado por la compañía suiza Medela, con más de 50 años de experiencia en todo lo relacionado con la leche humana y que distribuye sus productos en más de 100 países, y está prevista la asistencia de 170 especialistas entre pediatras, matronas, neonatólogos y responsables de las UCIN de los hospitales.

Durante el encuentro se pondrá de manifiesto que más del 90 % de los bebés prematuros recibe leche de su madre gracias a la introducción de la figura de las consejeras de lactancia en las UCIN, según fuentes de la organización.

También se destacará que aumentar la tasa de lactancia materna en estas unidades reduce el gasto sanitario, ya que la leche de la madre previene enfermedades neonatales.

Los bebés en la UCIN se benefician de la leche de la madre para reducir la incidencia, severidad y riesgo de enfermedades como la enterocolitis necrosante (NEC), septicemia de inicio tardío, enfermedades pulmonares crónicas, retinopatía del prematuro, rehospitalización después del alta en UCIN o problemas del desarrollo neuronal en la infancia.

Según Meier, la leche materna contiene elevadas concentraciones de proteínas de alto peso molecular y potencia la programación inmunomoduladora y nutricional, además de un crecimiento selectivo de los órganos, incluyendo el cerebro inmaduro.

Otros efectos positivos de la leche de la propia madre son aquellos sobre el desarrollo debido a las adipocinas (hormonas vinculadas a la regulación metabólica) que la madre transmite al bebé y que al parecer juegan un papel en la programación nutricional temprana.

Los bebés cuentan con receptores de adipocinas en su intestino y pueden asimilar estas proteínas de la leche de su propia madre, muy abundantes en el calostro y la leche de transición de madres de bebés prematuros.

Aunque la evidencia clínica ha demostrado los beneficios de la leche humana (tanto de la leche de la propia madre como de la donada) frente a la de fórmula, Meier compara los dos tipos de leche y plantea la necesidad de diferenciar el uso de una u otra cuando se realicen futuros estudios sobre los beneficios en bebés prematuros.

La leche humana donada sigue un proceso de pasteurización que impacta en su composición y bioactividad, entendida esta última como las propiedades de la leche materna que pueden promover la buena salud del niño prematuro.

Además, hay otros factores que pueden afectar a estas propiedades como son el periodo de lactancia en el que la leche es producida, el momento en el que la leche donada sustituye a la de la propia madre, y el proceso de congelación que es inherente al proceso de almacenamiento y procesado de la leche humana donada y que mata más células que la refrigeración.

Respecto a la capacidad de la leche materna donada para reducir patologías, la leche humana donada ha demostrado ser eficaz en la reducción del riesgo, incidencia y severidad de la NEC cuando reemplaza a la leche de fórmula.

Sin embargo, su eficacia es menor en la reducción de septicemias o enfermedades pulmonares crónicas debido a que, según señala Meier en su estudio, componentes que sí están presentes en la leche humana materna están ausentes o se ven mermados en la donada.

Por ello, la experta plantea que en futuros estudios se "diferencie claramente" cuándo los bebés ingresados en las UCIN son alimentados exclusivamente con leche de la propia madre, cuándo con leche humana donada y cuándo utilizan una alimentación mixta y en qué proporciones para obtener conclusiones mucho más precisas.