Hasta hace muy poco tiempo los ordenadores dedicados a los videojuegos, más conocido como gaming, eran toscos dispositivos de gran tamaño. Lo cierto es que en lo que a ordenadores de sobremesa se refiere, siguen siendo iguales. Pero la cosa ha cambiado -y de qué manera- en lo tocante a los portátiles. Y es que esos mastodónticos computadores con grandes pantallas, kilos y kilos de peso y unas baterías cuya duración no llegaba ni a las dos horas en muchos casos, ya son cosa del pasado. Del lento y pesado pasado. El presente es ligero, ágil y rápido.

La multinacional nVidia presentó en el imcomparable marco del CES de Las Vegas este año una nueva generación de tarjetas gráficas -ya disponibles en España-, denominadas RTX, que consiguen mediante una renderización híbrida y el uso de inteligencia artificial optimizar al máximo el rendimiento de la parte gráfica de un PC.

La principal ventaja de esta nueva generación de gráficas es que consigue reducir al máximo el consumo eléctrico. Así, por ejemplo, se puede jugar en portátiles con fuentes de alimentación de tan solo 80W casi igual que en potentes máquinas de sobremesa con 250W de alimentación eléctrica.

Un sistema de inteligencia artificial en un grupo de supercomputadores juega continuamente a los videojuegos que incorporan esta tecnología, renderizando y aprendiendo de los juegos. Posteriormente toda esa información se descarga a través de los controladores de la tarjeta en el ordenador, mejorando considerablemente las imágenes por segundo -fps- a los que corre el juego.

Estas mejoras aumentan también la calidad de la iluminación y las sombras en los juegos, así como la resolución a la que se juega. Y todo es posible en ordenadores portátiles que por fin puedes llevar de aquí para allá sin que te provoquen una hernia discal por sobrepeso de la mochila. El gaming ha entrado en una nueva era.