Desde hace ya algunos meses estamos probando varios modelos de altavoces inteligentes, y el resultado está siendo tan satisfactorio que, cuando toca quedarte sin ellos, no puedes más que echarlos de menos. Y mucho.

Quizás lo primero que habría que explicar es qué puede hacer un altavoz inteligente. Y lo cierto es que pueden hacer casi de todo. En el uso diario, para lo que más los hemos utilizado ha sido para escuchar música. Al fin y al cabo, por muy inteligentes que sean, no dejan de ser altavoces. En ese aspecto destaca -y mucho- el HomePod de Apple, que es el que mejor calidad de sonido ofrece.

El otro gran uso que se le da a este tipo de dispositivos es el de usarlo como gran enciclopedia sabelotodo. En este sentido, tanto los modelos echo de Amazon como los de Google Home o el ya mencionado HomePod funcionan exactamente igual. Da igual si les pides la lista de los reyes godos, el tiempo que hará en Tegucigalpa o el nombre de la perrita de Kim Kardashian. Todos tienen respuesta. ¡E incluso hacen de traductor! Y esto no solo es educativo, sino también divertido. Ni os imagináis cómo se dice gamba en albanés...

Pero sin duda el uso más interesante de un altavoz inteligente, y el que ofrece un mayor potencial de cara al futuro, es el de centro de control del hogar inteligente. Y es que aquí empieza todo. Desde uno de estos altavoces se pueden encender las luces de toda la casa, se pueden activar alarmas y sensores de movimiento, regular la temperatura de los radiadores, controlar el aire acondicionado, encender y apagar cámaras de videovigilancia... La lista es inacabable.

Pero como todo en esta vida, la perfección no existe. Las tres plataformas existentes -Google Home, Amazon Alexa y Siri de Apple- son incompatibles entre ellas, por lo que todos los accesorios necesarios para convertir nuestras anodinas casas en hogares inteligentes deberán ser específicos para el altavoz que hayamos decicido comprar. Y es que, sin esos accesorios extra, no hay casa inteligente, por mucho que nuestro altavoz sí lo sea.