Agosto, 1715. Tras volver de un paseo, Luis XIV siente un fuerte dolor en la pierna. Los días siguientes, el rey continúa con sus obligaciones, pero le cuesta dormir y la fiebre lo consume. Desganado y sin fuerzas, su salud se debilita progresivamente. Es el principio de la lenta y dolorosa agonía del monarca más importante de Francia, rodeado de fieles y médicos.