La incertidumbre se apoderó de muchos valencianos y valencianas durante el día de ayer. El lunes a las 12:33 horas, España vivió un apagón electrónico sin precedentes. Millones de ciudadanos se quedaban sin, la tan anhelada, electricidad. Tareas tan básicas como enviar un mensaje, hacer una llamada, cocinar en una vitrocerámica o pagar en el supermercado se volvieron imposibles. Empresas, hogares, comercios, hospitales, telecomunicaciones, transportes, quedaron a expensas de la electricidad. Las actividades productivas quedaron paralizadas, al igual que el día a día de muchos ciudadanos. Algunos lo vivieron en pleno día festivo. En la ciudad de València, y en muchas otras localidades, se celebraba el día de San Vicente Ferrer. Pero ni el patrón de los valencianos pudo salvar el caos generado.

"Todo el mundo quería comer, buscaba comida, se lo llevaban frío, de todas las maneras", explica Sonia Chacón, camarera de un bar del barrio de Tres Forques. La gente a su alrededor estaba "histérica" pero ella con tranquilidad iba atendiendo conforme podía. "Se acabó todo" hasta que tuvieron que cerrar. "A la gente más mayor le afectaba más", sentencia. "No estábamos preparados para esto, nos dijeron que nos hiciéramos el kit de supervivencia y nos lo tomamos a risa, nadie se lo hizo", afirma. 

Marta Carrión, una joven a la que el apagón le afectó con unas amigas, también se lamenta de no haberse aprovisionado. "Pensé en que debería de haberme comprado baterías solares y haber estado más preparada", sentencia.

Pero los mayores, sí que lo vivieron con cierta preocupación, como cuenta Amparo Gaí, vecina de València. "En principio lo llevamos bien, pero conforme iban pasando las horas íbamos poniéndonos nerviosos", explica. La necesidad por saber qué había ocurrido invadía la mente de todos y todas. La expectación también hacía que se escucharan rumores, como en toda situación en la que el caos ronda y se apodera. "La gente fue de forma masiva al supermercado, era un poco compulsivo todo", afirma Christian Miranda, otro vecino del 'cap i casal'.

María José, trabajadora de la ferretería Ros coincide: "La gente está bastante preocupada, se han alarmado mucho". Y es que esa zozobra se ha traducido en un aumento de las ventas de linternas, camping gas, hornillos y luces. La festividad en la ciudad hizo que ella librara durante la jornada del gran apagón eléctrico, aunque su preocupación no se disipó. "Ya son muchas cosas en muy poco tiempo", comenta.

Ahora, se preguntan sobre la posibilidad de que se pueda repetir este hecho inaudito en la Comunitat Valenciana y en España.