Sin su tren de aterrizaje, el vuelo 737-800 de la compañía surcoreana Jeju Air procedente de Bangkok, toca tierra directo, irremediablemente hacia la tragedia. Impacta contra un muro del aeropuerto de Muan y estalla en llamas. La mayoría de sus 181 ocupantes, 175 pasajeros y seis tripulantes, perecen en el acto. Milagrosamente, se halla a dos supervivientes, auxiliares de vuelo, que se recuperan ahora en el hospital. Pero hasta que se dio a conocer sus identidades, la lectura de los nombres de las víctimas fue machacando a lo largo de la jornada las esperanzas de los familiares. Entre ellos, el padre de una de las pasajeras. La aerolínea se ha disculpado y prometido una rápida investigación. Pero una de las dos cajas negra está dañada y recuperar sus datos puede demorar un mes. El ministro de Transportes surcoreano apunta al impacto de un pájaro como hipótesis, apoyada por el mensaje de texto enviado por un pasajero y por una imagen en la que se aprecia una pequeña colisión contra el aparato. De hecho, la Torre de Control denegó el aterrizaje inicial por la presencia de aves en la zona. Dos minutos después, el piloto dio la alarma y solicitó, ya sin ruedas, ese aterrizaje forzoso, que resultaría fatal.