El reloj corre a una velocidad endiablada y los artistas falleros tienen la sensación de que a los días les faltan horas. El cielo grisáceo y la aparición de lluvia añaden incertidumbre y complejidad a su minuciosa labor. Los monumentos se empiezan a intuir en las grandes ciudades de la Ribera a medida que se acerca la ‘plantà’ oficial, que varía según el municipio. En Alzira, es la Sección Especial la que abre la veda.
