Conchi es una motoreta. No para ni un segundo. "¿Qué te pongo?", "Manda", "Dime cariño", hace y deshace con sus manos, las mismas que de madrugada han elaborado los productos que ahora expone, las que cogen una barra de pan, unos bollos, los envuelven, los empaquetan, los entregan. Es el alma del horno del Xenillet, uno de los barrios más pobres de Torrent, duramente golpeado por la dana al ser, también, uno de los que acoge más gente vulnerable. En este barrio hay poco tejido comercial. El horno de Conchi y su marido José, una droguería, un bar, una farmacia. Poco más.

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