Amparo vivía desde hacía sesenta años, cuando llegó a Picanya desde Cedrillas, un pueblo de Teruel, en su casa en la calle Ricardo Capella, 2, a la orilla del barranco del Poio. "Cuando vinimos aquí teníamos ovejas y vivíamos de eso, por eso compramos esta casa, porque tenía un corral", explica la vecina de Picanya. Señala con la mano donde se ubicaba el corral, ahora un montón de escombros en el que se diferencia algún que otro cajón suelto y parte de una mecedora. "Ahora tenía gallinas y conejos, de los animales tampoco queda nada tampoco", dice. Un vecino se cruza y le comenta "Ay Amparo, que ahí tenías tu casa". Luis se llama. Ella le contesta cariñosamente.
