Es el adiós a la campaña. El hola a ese día que llaman de reflexión. De digestión cabría decir después de un empacho de mítines, debates, promesas, enfrentamientos varios... Es la calma tras la tempestad. El respiro que precede al último repecho.

La cosa, para el votante, va de pensar. Para los candidatos, de hacerse ver como seres lo más normales posible: un vermut, un paseo, cualquier escena cotidiana vale. No piden el voto, está prohibido. Pero ¡ojo! en cada imagen va el mensaje. El cómo quieren que se les vea este sábado, en tiempo de tregua. Familiares, formales, desenfadados... en su versión, en definitiva, de andar por casa. Amigables incluso entre sí, después de todo lo que ha llovido. Es el caso de los candidatos de Barcelona. Todos -quien lo diría- en un mismo barco para una foto portada del día D en un popular diario catalán, ya toda una tradición. A un paso del momento de la verdad, una jornada de bajos decibelios resulta casi exótica.