A simple vista puede parecer una guarnición cualquiera, pero son las patatas fritas más caras del mundo. Cuestan 170 euros por ración. Si quieren la receta del éxito, apunten. Primero son escaldadas en champán francés. Luego, se fríen hasta tres veces en grasa pura de ganso. Después, se sazonan y se adornan con láminas de queso pecorino. Toques de trufa negra le dan aroma al plato. Y, para terminar, se espolvorea una pizca de oro comestible de 23 quilates. Ingredientes de lujo para un plato de récord. Y el restaurante Serendipity ya presume de varios. Desde la hamburguesa (250 euros), hasta el batido más caro (850 euros), se elaboran en estas cocinas. Auténticos manjares no aptos para todos los bolsillos.