Desde su nacimiento, el 19 de septiembre, su destino era formarse y deformarse, construir y destruir un cono a su capricho. Pronto le vemos, por primera vez, en pleno crecimiento, expulsando lava, ceniza, piroclastos... La enorme y constante explosividad va transformando su figura poco a poco. En ocasiones apreciamos sus bocas alineadas y ríos de lava que cambian su silueta.