El kiwi es un aliado natural para combatir el estreñimiento gracias a su fibra. Sin embargo, lo más importante para potenciar sus efectos en la digestión es comerlo con piel. Aunque la textura vellosa pueda parecer incómoda al principio, la piel del kiwi contiene una gran cantidad de fibra dietética que ayuda a mejorar la regularidad intestinal. Esta fibra se divide en dos tipos: la fibra insoluble, que añade volumen a las heces y facilita su paso por el tracto digestivo, y la fibra soluble, que ablanda las heces y previene el estreñimiento.
Además de la fibra, la piel del kiwi también aporta una mayor cantidad de vitaminas y antioxidantes. Al consumir la fruta entera, se incrementa un 32% la cantidad de folatos y un 34% de vitamina E, nutrientes esenciales para la salud general y la protección celular. Al pelar el kiwi, no solo perdemos estos nutrientes, sino también la fibra vital para mantener una digestión regular. Por lo tanto, comer el kiwi entero es una opción mucho más nutritiva y eficaz para la salud digestiva.
Para comer el kiwi con piel, es fundamental lavarlo bien para eliminar cualquier suciedad o pesticidas. Si la textura te resulta desagradable, puedes optar por el kiwi dorado, que tiene una piel más fina y suave. También puedes incorporar el kiwi con piel en batidos o licuados, donde la textura se disimula, y poco a poco te acostumbrarás a disfrutar de todos sus beneficios sin pelarlo.