Desmadre en la cárcel de Monterroso, en Lugo. Cinco presos se hacen un cóctel con las pastillas que les ha prescrito el médico y que iban guardando para combinarlas con una bebida energética. Se graban con sus propios móviles, algo prohibido dentro de la cárcel, y alardean del presunto subidón que les está dando. En otro modulo cercano otros diez presos se tatúan con elementos afilados de transistores que han comprado en el economato de la cárcel. Nadie los controla, incluso ellos mismos dicen que no hay suficientes funcionarios. De esos se quejan por enésima vez ya los sindicatos, mientras el director de la cárcel lo describe como una chiquillada y no le da más importancia. Instituciones penitenciarias ya ha abierto una investigación.