A las ocho de la mañana sonaba el timbre de la casa de Alicia. Al otro lado de la mirilla no había nadie y al abrir la puerta esta vecina de Santutxu se encontraba en su felpudo al bebé secuestrado en el hospital de Basurto: "Biberón o algo le habían dado porque estaba muy tranquilo", cuenta la mujer que rápidamente avisaba a su hijo Zuhaitz, quien bajaba corriendo a la calle para ver si lograba identificar a quien había dejado al recién nacido en el rellano de su casa. Agentes y sanitarios no tardaban en llegar hasta el domicilio.