La agresión se inició porque la mujer, quien caminaba con su hijo -de tres años y con autismo- afeó a la policía el maltrato que estaban dando a dos jóvenes a los que acababan de detener. Ante los gritos de socorro, sus padres y un amigo de la familia, bajaron al portal a preguntar qué estaba sucediendo. Más de media docena de agentes de la Policía Nacional les golpearon con una virulencia extrema, y en una intervención absolutamente atroz y denigrante, marcada por el abuso de poder y una desproporcionalidad inadmisible.
