Una estancia más bien corta y llena de dolor en la ciudad de València fue suficiente para convertir a Vicente de Huesca en patrón de la ciudad del Turia. Se le concedió un día para recordarle y se bautizó a su nombre la calle más larga de la trama urbana. Y aunque han pasado más de 1.700 años desde aquello, todavía sigue generando confusión con el otro San Vicente, el fraile de las predicaciones y el traje blanco y negro, aunque sus vidas se entrecrucen circunstancialmente.
