Los vinos de las cinco zonas vitícolas que comprenden la DO Rías Baixas (Condado de Tea, El Rosal, Sotomayor, Ribera del Ulla y Valle de Salnés) presentan una marcada influencia atlántica. Las diferencias entre ellos vienen determinadas por factores como el terreno, que pueden ser graníticos, de esquistos o de materiales sedimentarios, principalmente de textura arenosa, lo que facilita su drenado en épocas de lluvias pero que en verano pueden llegar a verse afectados por la sequía. Los pequeños matices llegan por la orientación de las parcelas, que determina la exposición al sol de las vides, o de la proximidad a los ríos, rías y al océano.

El Valle del Salnés es la mayor de estas sub-zonas, con su centro neurálgico emplazado en la histórica Villa de Cambados, enclave esculpido en granito, considerado uno de los destinos turísticos más bellos, admirados e interesantes de Galicia. Una de sus bodegas de mayor relevancia es la de Condes de Albarei, Cooperativa que aglutina más de 400 socios viticultores que aportan 170 hectáreas de viñedo, lo que da una media de 0,425 hectáreas por socio, fiel reflejo del minifundismo gallego. La bodega acaba de sacar al mercado 4.000 botellas del nuevo Áine, hecho con las uvas Albariño de tres pequeñas parcelas que llegan hasta el mar en la margen izquierda de la Ría de Arousa, justo frente a la isla de A Toxa (La Toja).

«Normalmente la Albariño llega alcanzar un color dorado cuando está madura, pero en estas tres parcelas las uvas se ponen de color rojizo y completan la maduración 15 días más tarde que las de otros viñedos próximos, lo que indica que estamos ante un factor diferenciador», nos indica el enólogo José Hidalgo. Y descubrieron que era debido a los vientos terrales que se originan cuando por la noche la superficie del mar conserva más alta temperatura que la tierra, que se enfría antes. El aire caliente del mar se eleva y el más frío, proveniente de la tierra, pasa a ocupar su lugar. Esto da origen al viento terral, que en el Salnés es seco y fresco, lo que tiene un efecto doble. Por una parte favorece la sanidad de la uva y por otra hace que la maduración sea más lenta y homogénea, conservando una acidez extraordinaria.

Después de seleccionar las uvas se someten a maceración pelicular en frío, seguido de un prensado suave. Se inicia la fermentación con levaduras autóctonas en pie de cuba y una vez terminada se trabajan sus lías en depósito durante 6 meses. El Albarei Áine sale en su segundo año. El de 2015 es de color amarillo pálido, casi gris, sin los característicos tonos verdosos de otros Albariños. Aroma intenso de marcado carácter floral, acacia, boj y hierba cortada, nísperos y bergamota, con evocación mineral. En el paladar sorprende la frescura, es intenso, salino, con fruta crujiente. Fresca brisa del Atlántico.