Los enólogos no dudan en asegurar que las barricas de roble de los bosques franceses son las que aportan los matices más elegantes a los vinos que han de tener una larga crianza por el tamaño fino de sus poros, lo que produce una lenta micro oxigenación que hace que el vino madure y tiene lugar un suave intercambio de compuestos. Se podría generalizar diciendo que este tipo de madera respeta más los aromas varietales, a la vez que aporta aromas más sutiles que recuerdan la vainilla, frutos secos, especias y balsámicos. Para crianzas cortas se prefiere el roble blanco americano, ya que el mayor tamaño de su poro permite un contacto con el oxígeno mucho más efectivo. La transmisión de aromas y sabores al vino también es más perceptible, con notas exóticas a coco, café, cacao y tabaco. Después entran en juego muchas variables como la edad de los árboles, el secado o el tostado. Muchas bodegas emplean ambos tipos para dar mayor complejidad.

Otras, en cambio, apuestan por diferentes tipos de roble, como la bodeguera Mayte Geijo, de Bodegas Liba y Deleite, quien comenzó a distribuir en el mercado nacional en 2006 los vinos que elaboraba para exportación y para su restaurante familiar, el famoso Cervantes, en Valladolid, hoy desaparecido, pero que hace 20 años llegó a lucir estrella Michelín. En esa época se decidió a utilizar de manera exclusiva barricas de roble español de los bosques del valle de Azkoa, en Navarra, que hace la tonelería Intona. Eligieron este tipo de madera por el sabor y textura diferente que aporta a los vinos. Según Geijo, «el roble albar español, Quercus petraea, desarrolla especiales aromas a torrefactos, como los del café y el pan recién horneado, que tanto nos gustan, más agradables que los de robles de otras procedencias». Por su experiencia en restauración conoce bien los gustos del consumidor, por lo que su filosofía es no hacer vinos «top», sino que sean asequibles, para disfrutar, que tengan personalidad, pero que se entiendan y sean agradables y fáciles de beber.

Como novedad, acaban de presentar el nuevo Acontia Ribera del Duero con 6 meses en barrica, hecho en colaboración con la consultoría enológica de Pablo Ossorio, quien ha practicado un cambio significativo en el perfil del vino. Hay mayor selección de uva entre los viñedos más viejos de los pagos de la población burgalesa de Fuentelcésped, que labran con acémilas, mientras que en bodega emplean las más recientes técnicas de variación de temperatura y vacío, para extraer los aromas frutales de la Tempranillo sin astringencias. Es de color rojo cereza, abierto de capa y ribete amoratado. Aroma de frutillos rojos y negros, sobre una base de tostados, especiados y mentolados que lo hacen atractivo. Fácil entrada de boca, cuerpo ligero, ágil, suaves taninos, sabroso, goloso, frutillos ácidos, equilibrado, con agradable amargor que invita a seguir bebiendo y a no guardarlo en la bodega.