Los socios de la Cooperativa de Viver, en la comarca castellonense del Alto Palancia, acertaron de pleno cuando en 2004 se decidieron a elaborar un aceite de oliva virgen extra (AOVE) con la selección de los mejores olivares de la variedad Serrana de Espadán. Con la más avanzada tecnología elaboran lo que ellos llaman aceite «Lágrima», puro zumo de fruta obtenido por un suave prensado en frío; y en rama: sin filtrado, estabilizado por decantación, como se hace con los mejores vinos. Y hoy es uno de los aceites más conocidos por la restauración valenciana y por los consumidores que se preocupan de tener un buen producto en las cocinas y en sus mesas. En general, el aceite de la Serrana destaca por su equilibrio en el aspecto sensorial, es aromático, de entrada dulce en el paladar, sin perder los suaves toques picantes y amargosos de final de boca debidos a su riqueza en polifenoles, potentes antioxidantes que protegen nuestras células y tienen efecto cardiosaludable.

En la Cooperativa de Viver, además de AOVE, también comercializan otros productos que producen sus asociados, como nueces, almendras, las autóctonas «alubias del confit» y un champú a base de sus aceites. Pero como vino y aceite siempre han ido en compañía y en la zona todavía queda, aunque residual, cierta tradición enológica, hace un par de vendimias que decidieron producir tres vinos jóvenes de tres parcelas de su entorno en una gama llamada «La piel de la vid». Este proyecto tiene relación con la recuperación del patrimonio histórico y cultural orientado hacia el agroturismo, como el que están llevando a cabo con los antiguos cubos-lagares que se encuentran tanto en el monte como en el mismo casco urbano, como los de la Rocha Palmera, Alonso, La Chana o el de la masía de Parrela. Hace unos meses los propietarios de Di Vinos y Viñas, bodega ubicada en la vecina localidad de Segorbe, decidieron traspasar sus instalaciones para dedicarse por completo al proyecto enológico que venían desarrollando de manera paralela en Mallorca.

De esta manera, Fernando Marco, director técnico de la Cooperativa y la enóloga Patricia Pellicer, han elaborado allí la pasada campaña, pero tienen previsto su futuro traslado a Viver. Controlan 15 hectáreas de viñedo con las que elaboran 50.000 botellas de unos vinos de corte mediterráneo que la altitud, entre 500 y 700 metros, hace que además de que sean estructurados mantengan frescor y fruta. Acaban de presentar la nueva añada del tinto Odisea Roble, hecho con una parte principal de Tempranillo, completado con Cabernet Sauvignon y Merlot. Un vino en el que destacan las frutas rojas y negras sobre un fondo de plantas aromáticas (tomillo, romero), con toques balsámicos y tostados. Con cuerpo en el paladar, taninos bien presentes, con frescura y buena sensación frutal. La historia del vino persiste en el Alto Palancia.