No todos los vinos mejoran con el tiempo, muchos de los tintos con barrica no están hechos para evolucionar a mejor durante dos o tres años después de haber salido al mercado. Para que aguanten el tipo y estén realmente en plenitud al cabo de, supongamos, 10 años, su elaboración debe estar encaminada a conseguir la longevidad en un proceso meditado. Si probamos estos vinos a los pocos meses de su embotellado se mostrarán con sus aromas por integrar, con vivos taninos en el paladar, algo duros y con aristas de acidez que solo el tiempo ha de pulir. Pero cuando viajamos y visitamos alguna bodega es difícil que nos resistamos a adquirir uno de esos vinazos tan prometedores que nos han dado a probar. Los llamados ´vinos de guarda´ mejoran con el tiempo si disponemos de un espacio que reúna las condiciones para que evolucionen de manera favorable. De lo contrario sus cualidades se verán perjudicadas si adquieren los olores ambientales de cocina, productos de limpieza o están expuestos a la luz, falta de humedad y con bruscos cambios de temperatura. Si no disponemos de un espacio subterráneo ventilado una opción son los botelleros refrigerados o bien tendremos que dirigirnos a las propias bodegas y tiendas especializadas interesándonos por añadas antiguas, de mayor valor que las recientes. La pasada edición de la Experiencia Verema en València contó en la sesión inaugural con varios de los vinos que elabora el grupo Zamora Company. El primer tinto fue el Cruz de Alba Finca Los Hoyales 2014, Ribera del Duero de uvas Tinto Fino (Tempranillo) procedentes de una parcela de 1,8 hectáreas trabajada en biodinámico, con 22 meses en barrica con lías, sin trasiegos y sin filtrar. Un tinto de capa media-alta con tonalidades amoratadas. Intenso de aromas a frutas rojas y negras en sazón, especias y suaves tostados, balsámico. Con boca potente, tánico, por pulir, con gran frescura y una sensación frutal espectacular, un vino que con 4 años se muestra joven todavía, con mucha vida por delante. Más amable se mostró el riojano Ramón Bilbao Mirto 2012, hecho con uvas Tempranillo procedentes de una «colección de cepas viejas de los municipios del entorno de la bodega», como explicó Rodolfo Bastida, director técnico de la empresa. Un vino elaborado en pequeños tinos de roble y con una permanencia de 19 meses en barricas de Allier «de tostado especialmente seleccionado para esta añada». Con ocho calendarios desde su vendimia el vino aún presenta tonos violáceos en el ribete, compleja vía nasal con frutillos rojos y negros (cerezas, moras), balsámicos, especias, mentolados y maderas aromáticas. En el paladar muestra potencia, es amplio, con fruta madura y notas de crianza, caja de puros y plantas aromáticas. Cerró la cata el Ramón Bilbao Mirto 1999 Mágnum, que se mostró imponente con su color granate de capa alta y ribete teja, con aroma intenso, complejo, fruta roja y negra madura, especiados, tostados, todo bien integrado, con elegante, fino y penetrante bouquet, una delicia aún viva. Ha valido la pena la espera.